Por Clarisa Soledad Venegas Soto (*)
En la aldea Santa Elena (ubicada en el Cerro Corcovado, Calle Santa Elena s/n de Coronel, Región del Biobío) tenemos un sueño: convertirnos en una población definitiva y bautizarla como Villa Vista al Mar. Somos 140 familias, 600 personas en total, muy afectadas por el terremoto del 27 de febrero de año pasado, que en muchos casos nos quitó lo poco que habíamos logrado tener. Por eso, hemos trabajado duro para que el sueño se cumpla.
Con el financiamiento de los fondos CERF de las Naciones Unidas, una donación en materiales de la Municipalidad de Coronel y el apoyo en ejecución de la Fundación Proyecto Propio, los vecinos de la Aldea construimos 146 viviendas de emergencia, en un terreno que Sernageomín declaró apto para ser usado. En la elaboración del listado de damnificados participó la Municipalidad, que junto a la Fundación elaboró un catastro que fue enviado a los representantes del Consorcio, a la Intendencia y gobierno central.
El proceso de construcción contó con la participación de la totalidad de la comunidad. No han faltado los problemas, pero mediante asambleas y reuniones entre particulares, hemos podido resolver los conflictos. El compromiso de todos siempre ha estado presente, en especial al definir el sistema de asignación de viviendas. Combinando criterios de asistencia y participación en la construcción, hoy todas las viviendas están asignadas con el acuerdo de todos los vecinos, y las familias que las han recibido cuentan con un documento de entrega conforme y un contrato de donación en la que la Fundación transfiere gratuita e irrevocablemente las viviendas. Desde la entrega de las casas, la Fundación nunca más apareció en nuestra aldea, quedando todo en manos de la Municipalidad.
Sin embargo, aún nos faltan condiciones básicas para tener una vida digna. A un año del terremoto, nuestra Aldea no cuenta con grifos (hemos tenido 6 inicios de incendio y dos incendios que destruyeron una y tres casas respectivamente) ni con buenas condiciones higiénicas. No contamos con baños propios en las viviendas, compartiéndose una caseta sanitaria por cada 8 casas, donde el baño más lejano queda a 100 metros de la casa. Cinco familias no tienen baño ni agua porque no alcanzaron los presupuestos para el sector bajo de la aldea. Las viviendas no cuentan con agua y el único servicio básico que tenemos (electricidad) fue gestionado por nosotros mismos con ayuda de parlamentarios. En la Subdere hay un proyecto detenido, aparentemente por falta de antecedentes, para financiar la construcción de los baños. Mientras tanto, seguiremos siendo ciudadanos de segunda categoría.
Somos la única aldea creada tras el terremoto en la que sus vecinos pagan arriendo por el terreno que ocupan. Si bien hemos pagado varios de los meses, los dos últimos meses no los hemos pagado, deuda que alcanza a 600 mil pesos, que nos cuesta mucho pagar ya que en muchas de nuestras familias falta trabajo. Existe un alto índice de cesantía en nuestra comuna, en general por la cancelación de los programas pro empleo, y porque las pesqueras y aserraderos han despedido muchas personas. El contrato de arrendamiento –donde la municipalidad aparece como arrendatario- daba al municipio la posibilidad de compra, pero esto no ha ocurrido y la Municipalidad no se ha pronunciado. Hoy tenemos una gran incertidumbre, porque sabemos que el terreno cuesta 30 millones de pesos, pero no sabemos si el municipio cumplirá con su opción de compra o si en algún momento llegará una orden de desalojo.
El 11 de noviembre del año pasado, la Ministra de Vivienda, Magdalena Matte, nos convocó a una reunión, junto con otros dirigentes de aldeas de la zona. Ella comprometió la compra del terreno y el pronto inicio de las obras para resolver las carencias de la aldea. Pero nada de eso ha pasado y de forma “cuidadosamente no oficiales”, hace pocos días hemos sabido que perdimos la calidad de aldea.
El día sábado 2 de abril nos reunimos con el alcalde de Coronel, quien nos dijo que la aldea se dividía en dos grupos: damnificados por el terremoto y campamento. Nosotros discrepamos de esa decisión. No sabemos si seremos erradicados ni qué pasará con nuestros vecinos que están en el grupo de campamento. Tampoco sabemos quiénes son, no nos han dado el listado: dicen que van a reevaluar caso a caso. No podemos con esta incertidumbre.
En base a las promesas de las autoridades, muchos de los pobladores renunciaron a sus comités de vivienda anteriores y ahora no tienen otra solución. Junto con ello, y sin saber nosotros los motivos, subieron los puntajes de nuestras fichas CAS. Tres años más deberíamos esperar, un tiempo que en las actuales condiciones de vida es una eternidad.
¿Por qué hasta hace poco éramos damnificados y ahora no? ¿Cuáles son los argumentos que antes se consideraban para esa definición y ahora no sirven? ¿Quién responderá ante las Naciones Unidas, cuyos fondos permitieron la construcción de las viviendas? Ahora dicen que no todos quienes vivimos en la aldea somos damnificados, pero nosotros creemos que todo lo ocurrido con la ex intendenta Jacqueline Van Rysselberghe nos ha afectado, complicando nuestra situación. Nosotros queremos creer en la palabra del gobierno. No nos queda más que creer que la honrarán, porque ya no nos queda nada. Es la única posibilidad para que nuestro sueño se haga realidad.
Antes de terminar, queremos agradecer el apoyo incondicional de amigos que hemos conocido en el camino y que nos han ayudado en las emergencias cotidianas y en las terribles. Primero, Francisca Hernández, quien trabajó en el proyecto inicial pero ahora trabaja voluntariamente con nosotros; las profesionales de Servicio País Coronel, cuya institución fue desligada de nuestra aldea por motivos que desconozco. Al pastor Oscar Sanhueza Rodríguez de la Iglesia Luterana, con quien construimos una capilla ecuménica y nos ha ayudado con proyectos de emprendimiento social para microempresarios. Finalmente políticos que honran el oficio, como el Senador Alejandro Navarro y su equipo encabezado por Patricio Sáez. También a elquintopoder.cl, que se interesado por dar espacio a nuestra historia que ha pasado tanto tiempo desapercibida.
Nosotros no tenemos una sola opción política ni un solo credo, por lo mismo sentimos como un proceso de crecimiento personal de cada uno de los vecinos el poder reconocer y saludar a quienes nos han ayudado a brazo partido pese a las diferencias que a veces separan a la mayoría de las personas. Preferimos quedarnos con las contadas bendiciones que con las cientos de puertas que nos han cerrado en la cara.
(*) Presidenta del Comité de Damnificados de la aldea Santa Elena de Coronel. Su twitter es @clarisavs
Comentarios
08 de abril
Existen dos problemas, primero este gobierno no sabe como hacer una reconstruccion que es dificil, pero que quieren aparecer facil, por lo tanto prometen cosas que no pueden cumplir, de a poco se daran cuenta de su bestialidad. Ademas de su incompetencia, intentan manejar politicamente las soluciones para dejar contentos a lso sectores que son de su interes, segregando soluciones mas rapidas del tipo asignaciones directas a grupos mas ligados al aliancismo. Al final todos se daran cuenta de esto y este año reventarà…
0