Una conversación pluralista: Asamblea Constituyente

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Intentan convocar a quienes forman parte de estos movimientos para instalar sus demandas en el Gobierno de turno, sin darse cuenta que esa mayoría ya se ha convocado a sí misma y no está conforme con ninguna de las coaliciones que nos han gobernado ni tampococon el sistema político que nos gobierna.

Llegó Bachelet ydefinitivamente partió la carrera presidencial. Y a una semana después, ha terminado por decepcionarnos completamente.

Comencemos por Bachelet: primera propuesta, una ley que terminará con el lucro. La presidenta no recuerda que tal ley existe y que no ha sido aplicada, particularmente en su gobierno  que terminó por echarse al bolsillo completamente la revolución pingüina del 2006.

Sigamos con Allamand: Bono para evitar aborto, y todo su pseudo perfil “liberal” se fue al tacho de la basura. Nadie apoya una idea tan bruta, por decir lo menos.

Terminemos con Golborne:venía aplicando la estrategia del “silencio”, abre la boca y dispara; incorporar una cláusula en la Constitución para no dar salida al mar en elconflicto con Bolivia.

Así las cosas, sería todo. Ningún candidato ha logrado oír ni entender a la ciudadanía.

Por otra parte, hace poco se lanzó una campaña con el nombre de “5 conversaciones para Chile”, donde varios rostros importantes hacen un llamado ciudadano a conversar sobre educación, salud, democracia, igualdad, medioambiente, etc. Podríamos sumar otras conversaciones como la descentralización del país, autonomía del pueblo mapuche, zonas de sacrificio ambiental, proyectos energéticos, etc.

Pero la ceguera sigue operando en el mundo político, incluidos aquellos que se autoproclaman liberales o progresistas: se levantan candidatos a Diputado como Giorgio Jackson, Iván Fuentes o Rolando Jiménez, que surgen de estos movimientos con demandas específicas, pero ninguno reconoce que esto es insuficiente. No basta conformar parte del sistema, es necesario realizar un cambio profundo al sistemamismo.

Intentan convocar a quienes forman parte de estos movimientos para instalar sus demandas en el Gobierno de turno, sin darse cuenta que esa mayoría ya se ha convocado a sí misma y no está conforme con ninguna de las coaliciones que nos han gobernado ni tampococon el sistema político que nos gobierna.

Es aquí que cobra sentido la idea de una nueva Constitución.

La propuesta de una Asamblea Constituyente, la convicción de que una nueva Constitución es “El proyecto” que puede aglutinar y dar respuesta a cada una de las demandas instaladas, ha ido ganando espacio en la ciudadanía pero no en quienes dicen buscar transformaciones profundas.

Algunos lo ven inviable ya que no existe candidato que cuente con los votos suficientes para ganar las presidenciales.

Pero esa es precisamente su ventaja; Ni Bachelet, ni Golborne, ni Allamand, ni Velasco, sólo por nombrar algunos, realizarán ningún cambio profundo. Están cómodos con el sistema y se deben a sus partidos políticos.

Entonces es la ciudadanía, a través de los movimientos sociales, quien debe establecer un programa, evaluar cuál candidato y lista parlamentaria acogerá y lo llevará acabo, en un acuerdo con la ciudadanía y no con los partidos políticos.

“Una empresa demasiado grande como para realizarse”, dicen algunos. ¿Qué mejor momento para educar a la ciudadanía en el ejercicio de su poder, que convocándola en un proyecto amplio que acoja cada una de las demandas?

Se trata de una excelente oportunidad para cambiar el paradigma; podemos terminar con un sistema de gobierno altamente presidencialista, formando ciudadanos con capacidad para autodeterminarse, dando paso a un parlamento amplio, diverso y realmente representativo.

¿Seguiremos quemándonos las pestañas con los candidatos existentes? ¿Levantaremos uno propio? ¿Apoyaremos al que se comprometa con una nueva constitución?

Creo que es el momento preciso no sólo para que se aglutinen los distintos movimientos sociales que han logrado convocar a la ciudadanía y han alcanzado notoriedad en los medios de comunicación. Es también el mejor momento para poner en marcha una nueva dinámica de participación ciudadana. Una que sin menospreciar a los partidos políticos, le muestre a las elites políticas que deseamos construir una nueva forma de pensar y hacer política.

Es la ciudadanía convocando y levantando sus líderes, y no a la inversa.

P.D. Mientras terminaba de escribir, dos botones de muestra frescos: Nos enteramos que la DC condicionó la participación de Giorgio Jackson (Revolución Democrática) en las primarias de la Concertación, al apoyo irrestricto del candidato o candidata presidencial que resulte de ella. Por otra parte, que el Diputado Pedro Velázquez (Independiente) fue elegido como vicepresidente de la Cámara de Diputados, tras el apoyo de RN y UDI, mientras el diputado se comprometía a votar en contra de la acusación constitucional contra el ministro de educación Harald Beyer.

Le pregunto, no sólo a los dirigentes sociales y representantes de movimientos ciudadanos, sino también aquellos que siguen poniendo su confianza en ambas colaciones, ¿Qué están esperando?