Intenté comenzar esta columna hace casi un año, justo cuando al igual que estas últimas semanas, se suscitaba una polémica sobre los peatones enfrentados a los “ciclistas de vereda”.
Han pasado los meses y sigo pensando que la discusión se debe a lo mismo: no son los ‘ciclistas’ los imprudentes, no son los ‘automovilistas’ los imprudentes, ni los ‘peatones’ los imprudentes. Es el ciudadano el imprudente.
Aunque cambiemos la manera de transportarnos, si la imprudencia forma parte de la vida de una persona, ésta lo seguirá siendo indistintamente del medio que utilice para movilizarse en la ciudad y para interactuar con sus pares.
De hecho, el mismo conflicto podríamos aplicarlo a quienes no ceden el asiento en el metro o en las micros, cuando a todas luces alguien a su lado lo necesita; a aquellos fumadores que les da lo mismo dónde arrojan la colilla; a quien bota la basura en la calle, y así, un sinfín de casos.
¿O acaso pensamos que el ciclista es sólo ciclista el cien por ciento del tiempo? Yo soy ciclista la mayor parte del día, pero también soy peatona y, muy ocasionalmente, conductora de automóviles. Eso es lo que me motiva a escribir esta columna, pues estimo que en el conflicto que hoy se debate, se olvida nuestra condición como ciudadano intermodal.
Me molesta profundamente cuando leo y escucho hablar mal del “gremio ciclista”, porque soy ciclista urbana y no soy imprudente. Sin embargo, estimo que lamentablemente se ha asentado una percepción de que todos los que optamos por la bicicleta como medio de transporte, somos unos temerarios a los que nos gusta correr a alta velocidad, sin escatimar riesgos, ni posibles víctimas.
Si bien coincido con que el conflicto de imprudencia en las veredas, es claramente provocado por los ciclistas que transitan por ellas y no por los peatones; sé que no es fácil bajarse a la calzada y conozco en carne propia, el temor que se siente cuando un automóvil te pasa volando por el lado, a escasos centímetros de tu manubrio, al punto de hacerte tambalear.
Pero al momento de elegir la bicicleta, yo escatimé esos riesgos, versus un montón de beneficios que me siguen haciendo optar por ella sin pestañear y, más aún, por luchar por nuestro espacio en la ciudad. A modo personal, estimo que esa elección no la ha hecho la mayoría de quienes hoy pedalean.
Comencé pedaleando en la calle en los 90, cuando no era masivo el uso de la bicicleta como medio de transporte, cuando de verdad no había ciclovías, cuando tomarse en serio las normas de tránsito para circular, era trascendental, porque los automovilistas realmente no estaban acostumbrados a vernos en sus carriles y por mucho temor que te diera, había que pelear con sudor y gallardía el tercio de calzada que nos merecíamos.
Pero eso cambió, ya no somos unos pocos. No me lo contaron, ni lo leí. He sido testigo del incremento de ciclistas en las calles. Cuando comencé a movilizarme a diario, éramos no más de cinco pelagatos los que nos encontrábamos siempre, en los mismos semáforos y a la misma hora.
El cambio radical, lo percibí como consecuencia del Transantiago, del incremento del uso de vehículos en las calles y de los atochamientos cada más infernales. Ustedes pueden discrepar, lo que me parece maravilloso, y pensar que se debe a una opción de vida sana, conciencia medioambiental o como muchos dicen: “andar en bici se puso de moda”.
Independiente de las causas, el problema bajo mi perspectiva y la real imprudencia, es que las autoridades no tomaron cartas en el asunto a tiempo, siendo que el incremento de la bicicleta como medio de transporte, era previsible. No obstante, lo realmente criticable es la poca velocidad de reacción y la baja calidad de su respuesta.
¿O acaso pensamos que el ciclista es sólo ciclista el cien por ciento del tiempo? Yo soy ciclista la mayor parte del día, pero también soy peatona y, muy ocasionalmente, conductora de automóviles. Eso es lo que me motiva a escribir esta columna, pues estimo que en el conflicto que hoy se debate, se olvida nuestra condición como ciudadano intermodal.
Según un estudio desarrollado en conjunto por Ciudad Viva, Plan Nosotros Contamos, Urbanismo y Territorio S.A. en 2012, la bicicleta como medio de transporte experimenta un alza sostenida casi del 20% anual, desde 2005. Sin embargo, en vez de impulsarse políticas públicas e inversiones en materia de transporte y desarrollo integral de todos los actores de la ciudad, el acento continúa en el medio que más tráfico y contaminación provoca: el automóvil. Incluso, fomentando su uso: más autopistas, mayor velocidad urbana, más estacionamientos.
Y, henos aquí, con un resultado que, para muchos –como yo-, no deja de ser maravilloso, ver que cada vez somos más los que optamos por pedalear. Pero con una problemática que cada día más va al alza, provocando una nueva trinchera, ya no con los autos en la calle, sino con los peatones en las veredas.
Porque seamos honestos o, de lo contrario, observemos más el movimiento de nuestra ciudad. Ya no son “algunos” ciclistas sobre la vereda, sino cientos. Vivo en el centro de Santiago y a diario veo una masa enorme, entre ciclistas y peatones, transitando por la vereda, así como numerosos accidentes.
La realidad hoy, es que el sentido común, como normativa de tránsito no sirvió. Pensar que la sugerencia de “ser cautelosos si conducen por la vereda”, simplemente no está dando resultados y las ciclovías que muchos sueñan, no existirán en cuanto acaben de leer esta columna. Por lo que nos guste o no, la única forma en la que podemos aportar hoy, es respetando la normativa de conducción, en función de cada medio de transporte y la bicicleta nada tiene que hacer en la vereda.
Aunque no comparto la violencia como fórmula para lograr que los “ciclistas de vereda” bajen a la calzada, opino que –si como ciclista- temes a pedalear por la calle, entonces debes privilegiar rutas donde haya ciclovías, o calles menos transitadas, aunque eso te obligue a hacer trayectos más largos. Pues así como no deseas sentirte inseguro al movilizarte por la ciudad, tampoco debes invadir el espacio de los peatones, atemorizándolos, respecto de su propia seguridad.
Anhelo que, como ciudadanos, comencemos a exigirles a las autoridades que dejen de hacer la vista gorda; más ciclovías no resolverán la problemática. Urgen acciones concretas que ofrezcan una solución real a todos los actores de la ciudad. Desde mi perspectiva, una de ellas y la más impopular de todas, es reducir la velocidad urbana, al igual que reforzar la educación vial, donde el auto no continúe siendo el emperador.
El mejor ejemplo de que de nada sirve una vía ciclista por sí sola, es el lamentable accidente ocurrido hace algunas semanas en la ciclovía de Pocuro, cuando un automóvil a exceso de velocidad perdió el control y acabó atropellando a una ciclista. Las ciclovías no tienen un campo electromagnético que impida que los automóviles entren en ellas, pero accidentes como éste, sí se pueden evitar reduciendo la velocidad urbana.
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guau
Gracias vecino por su opinión, la valoro mucho, viniendo de un ojo crítico como el tuyo!
Patricio O.
Comparto plenamente la idea eje de la columna: ciudadano intermodal. Santiago tiene como eje estructural del transporte público urbano el automóvil particular (en Amsterdam, es la bicicleta). Entonces, todos aquellos que no estemos mayormente arriba de un auto somos estorbos por ello, los ciclistas estorban a los automovilistas pero de un tiempo hasta ahora los peatones estorban a los ciclistas y los ciclistas a los skaters (un nuevo actor en las calles).
Solución? asumir que todos somos ‘ciudadanos intermodales’ compartir el espacio público y con ello, respetarnos. cómo lo hacemos? educando a la población, tarea que debe asumir el MTT institucionalizar nuevas formas de transporte a tracción humana, no basta con infraestructura.
excelente columna Daniela.
Matías
Da gusto leer cosas con este nivel de realidad y de conciencia. Concuerdo 100% con lo expuesto. Saludos
iperich
Muy bien, es lo que digo yo, el problema no son ni los peatones ni los ciclistas ni los automovilistas. El problema es la gente pelotuda.
guau
Apelo a que nos «despelotudicemos» entonces 😉 Gracias por comentar!
walalapancho
nota al margen: habia escrito un comentario super inspirado, pero al logearme con twitter, se borró y ahora ni me acuerdo como empezaba…
como sea, la sociedad santiaguina está careciendo de algo base, que se llama respeto. Cuando uno era chico y le faltaba el respeto a alguien, el charchazo materno no demoraba. Eso en el tiempo se ha ido perdiendo o incluso considerando una gracia, y nos lleva a que al final el dia a dia sea una sucesión de faltas de respeto… entre peatones, peatones y ciclistas, ciclistas y automovilistas, automovilistas entre ellos… desde la señora que va con burrito, al niño en skate, el caballero que anda lento en su bici por la orilla, o la señora en su 4×4, todos merecen respeto, sobretodo si compartimos espacio.
Antes de empezar una campaña por tener mejor infraestructura, hay que empezar una de concientización sobre el respeto a los demás. Individualistas y ensimismados, no llegaremos muy lejos.
Se necesitan normas, se necesita orden… pero se necesita que entre todos decidamos respetar las normas, y respetarnos entre todos. Urbanismo son las prácticas para mejorar la calidad de vida… y hay que recuperar el respeto como una práctica básica de urbanismo.
guau
Muchas gracias por darte el tiempo de leer y comenta; coincido plenamente contigo en que nos falta mayor conciencia del respeto entre nosotros mismos, independiente de nuestro rol en la ciudad.
Claudia Bastidas
Importante la reflexión, soy peatón y trato de dar e espacio a los honorables ciclistas… somos todos parte de esta ciudad, que cada día se hace más pequeña…
Entonces, compartamos en calma los centímetros cuadros que nos «pertenecen», sin euforias ni banderas de luchas…
guau
Me encantó esa frase: Compartamos en calma los centímetros cuadrados que nos pertenecen, sin euforias ni banderas de luchas 🙂 Gracias por leer y comentar!
Pame Rojo
muy de acuerdo con lo planteado! excelente!
La verdad que como «nueva ciclista», me lancé a las calles con mi casco y luces en la noche, pero se hace muy dificil conseguir el respeto de los autos. Y la verdad la mayoría de las ciclovías tampoco son muy buenas, te topas con peatones caminando como autos estacionados en ellas. Tan simple como respeto y educación entre todos! 🙂
guau
Bienvenida a la calzada Pame y gracias por compartir tu experiencia y opinar en la columna. Un abrazo!
David Becerra
El tema es sentirse empoderado del lugar por dónde circulas, pero siempre de manera consciente!
Mapapo
Qué bien que hayan letras de gente que puede salirse del carril de peatón, ciclista/automovilista y mirar en perspectiva. Yo trato, pero no me resulta. Me enojo, puteo y me dan ganas de tener bazucas para dedicarme algunas tardes a matar a los imprudentes en pleno Merced con Victoria Subercaseaux a las 7 de la tarde. Como dices tú, ciudadanos imprudentes, cualquiera sea su medio de transporte.
Me cayó súper bien tu estail, por allá creo que va la cosa: Más empatía, más prudencia, más acciones concretas.
guau
Me encantó tu comentario y aunque no lo creas, me pasa lo mismo, a veces me enchucha ver al nivel que lleva la imprudencia de algunos ciudadanos que siguen por ahí sin importarles a quienes pasan a llevar en el camino….dan ganas hasta de gritarles!
Gracias por tu comentario.
FeliPRO
Excelente columna, comparto y adhiero al llamado a las autoridades. Las leyes son finalmente los puntos de acuerdo de una sociedad, por eso, creo somos cada día más los que creemos que la ciudad no puede estar centrada, hecha y proyectada en función de los automóviles. El futuro se construirá con ciclistas, peatones y transporte público como ejes y esto debemos comenzar a construirlo hoy desde la conciencia social, desde las leyes y desde cada uno de nosotros.
Saludos
guau
No podría estar más de acuerdo contigo Felipe, las leyes son puntos de acuerdo de nuestra sociedad y las actuales no nos representan a todos los actores de la ciudad; el automóvil sigue reinando, pese a que debe ser uno de los vehículos que más consecuencias nocivas nos trae, sin embargo, se sigue privilegiando, versus otras formas de movilizarse. Gracias por leer y comentar.
Eduardo Jahnke
Es un tema delicado. Hace poco comencé a irme en bicicleta al trabajo en el centro (hasta que me la robaron), y la verdad en esos meses me sentí muy inseguro, incluso en las ciclovías. En algunos lugares opté por la vereda, pero con conciencia, elegía como sugieres, calles poco transitadas por peatones o muy anchas (como la Alameda). El ciudadano pelotudo en todo caso es en todo caso intermodal (excelente definición), y yo, a sabiendas de mi inexperiencia en la bici, salía con tiempo para ir relajado. El problema es que incluso en algunas ciclovías (como la que baja por rancagua) me topaba con imprudentes en contra, a sabiendas de que esa tiene un solo sentido de tránsito), a la vez que muchas veces era adelantado por otros cleteros que parecía que estuvieran compitiendo en el ironman. A falta de carriles para circular, me parece complicado que el inexperto deba temerle incluso a los de «su misma estirpe», cosa que sin duda se produce porque no existen los canales para «practicar el andar en bicicleta» de una manera cívica. Las autoridades debieran no sólo tomar cartas en el asunto, sino que legislar con claridad una ley de tránsito de bicicletas que se adecue a nuestros tiempos. En fin, es un tema delicado, desde que un ratero se llevó mi harley-davidson sin motor me vi forzado a volver al automóvil, y la verdad -aunque lamentable- es que ando más tranquilo en las mañanas… (Felicitaciones Daniela!)
guau
Hola Eduardo! Gracias por compartir tu experiencia; lo que cuentas sobre competitividad entre ciclistas, es otro punto que me gustaría abordar más adelante, junto con la presencia de peatones en las ciclovías. Aunque aún no he definido el tono.
Creo que el paraguas de la «imprudencia» como ciudadano es un tema del que se puede debatir mucho y humildemente, aportar. Nos falta mucha conciencia y educación social sobre nuestra interacción como actores de una misma ciudad.
Un abrazo.
Renato
Pero si el accidente con el que cierras la nota fue por un auto que venía «a exceso de velocidad», da lo mismo bajar la velocidad máxima permitida (el auto igual iba a más de la permitida, sin importar si ésta es 60 o 40). No le encuentro mucho sentido a esa medida.
Yo la mayoría del tiempo soy peatón, luego entre ciclista y pasajero de transantiago, y ando en auto como una vez cada dos meses más o menos…. No me parece malo que la gente pueda usar el auto para ir rápido de un lugar a otro lejano (en un horario sin taco, por supuesto). Como Santiago es una ciudad muy expandida horizontalmente, hay ciertos desplazamientos que no vale la pena hacerlos en bici por la cantidad de tiempo/esfuerzo que conllevan. En este sentido siempre he pensado en lo importante de fortalecer el transporte público, algo que desafortunadamente se fue al demonio con el Transantiago, que hizo explotar el número de autos en la calle (en verdad no conozco las cifras, pero es la impresión que tengo).
Me gustó tu columna, salvo el final. Es muy importante esto de saberse intermodal… y cuando uno anda en algún transporte determinado, pensar y recordar qué siente el resto que está transportándose de una manera distinta que yo. El tema está ahí creo yo.. En no pensar sólo en que yo debo movilizarse, sino además ser empático con el resto que también se merece el espacio y también quiere llegar bien y feliz a su lugar de destino.
Saludos
guau
Hola Renato, en primer lugar, gracias por darte el tiempo de leer y comentar. En segundo, estimo que si se reduce la velocidad urbana y se comienza a fiscalizar, la gente va a verse obligada a manejar más lento, lo que repercutirá en tener mayor control del vehículo para maniobrar, a la hora de un accidente.
Tienes razón desde la perspectiva de que si alguien va a exceso de velocidad de nada sirve que haya un límite de velocidad, pero mi ejemplo, más bien iba asociado a que de nada sirve que nos segreguen en carriles diferenciados, cuando igual pueden haber accidentes de este tipo. Por eso apuesto por modificaciones a las leyes viales y educación vial integral.
juan
El aumento de ciclovias siempre será positivo. Que se decrete bajar la velocidad d los automoviles también lo es. Pero ambas cosas son diferentes, cn lo último resuelto no creo q a lo primero (proyectos ciclovias) debiesen ponerle fin.
guau
Hola Juan, gracias por comentar. No creo que haya que ponerle fin a las ciclovías, pero sí estimo que segregarnos en carriles distintos es transmitirle como mensaje al automovilista que la calzada es suya y no estoy de acuerdo, porque habemos más vehículos (motorizados y no motorizados) que tenemos derecho a movilizarnos por dicha vía.
Las ciclovías me parecen útiles para vías de mayor velocidad, como avenidas o autopistas, no calles pequeñas.
danielg
Excelente punto de vista.
Durante mucho tiempo he pensado que el tráfico urbano, con sus protagonistas, sus normas y comportamientos son el fiel reflejo del grado de salud de un sociedad. Cada elemento de ese fenómeno ilustra perfectamente el comportamiento de los entes sociales con los que nos involucramos. Tu observación no hace más que aterrizar la discusión a algo absolutamente necesario: hacernos ver que en la calle no vas solo, ya sea que vayas como peatón, ciclista, conductor de vehículo particular, de vehículo pequeña empresa, etc. Y si lo piensas la forma de actuar de muchos es todo lo contrario y eso es una clara ilustración del como convivimos en nuestra ciudad.
Bien vale educar: desde pequeños la educación vial es necesaria como también los es la educación civil. No valen más normas ni leyes que restrinjan o liberen, vale lo que en sociedades sanas funciona: el sentido común.
Saludos y solo decir que poco a poco en la calle no estas sola.
guau
No lo podría haber dicho mejor Daniel, efectivamente, la selva que se vive en la urbe, habla mucho de «nosotros».
Gracias por detenerte a leer y comentar.
felipe toledo
Excelente columna, falto agregar, cuando ande por la calle en bicicleta saquese los audifonos, ya que constituye un peligro para ud como para otros cilcistas.
guau
No estoy tan de acuerdo, Felipe, pienso que mientras que no vayas con los audífonos a todo volumen, se puede escuchar música a un volumen moderado sin desconectarte de los ruidos necesarios del entornos. Gracias por comentar.
vasilia
El que es imprudente lo es siempre, como ciclista, como automovilista, como motorista o como peaton. Y lo sera con ley o sin ley.
No importa cuanto le digamos al ciclista que use chaleco especial o casco adecuado, cuanto le digamos al automovilista que los vehiculos deben circular a una velocidad moderada, que si maneja no beba,al peaton que se cruce en los pasos habilitados, que «mas vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto», al motorista que por favor no zigzaguee por las calles. Siempre habra el tarado que se cree mas listo y va a violar esas normas.
Lo que hay que hacer es evitar el efecto contagio. O sea, si el taradito imprudente quiere serlo, que lo sea solo, no que todos sean igualmente imprudentes. Pero eso depende de educacion, una muy buena educacion en el respeto a los demas, el respeto que debemos a las personas cuando interactuamos con ellas, y enseñar que no todas las normas en Chile son tontas.
guau
Marcela, gracias por tu comentario. Entiendo tu óptica, sin embargo, creo que una buena educación y concientización vial sobre todos los actores que conviven en la ciudad, el derecho a su espacio y seguridad, respecto del resto; podrían repercutir positivamente. Llámame ilusa, si quieres, pero confío en que también se puede contagiar lo bueno.
En mi experiencia en la calle me he dado cuenta que hay mucho ciclista, por ejemplo, amigos míos que están comenzando a pedalear en la calzada que me confiesan que hacen cosas que no saben que no se pueden hacer; para mí, eso demuestra que nos falta educación sobre normativa de tránsito de otros vehículos, más allá del automóvil.
Y, lamentablemente, también confío en la fiscalización. Lo lamento porque demuestra que necesitamos que alguien nos ponga límites y no esté vigilando, pero la realidad es que cuando se hace funciona y el mejor ejemplo es la ley de tolerancia cero a los automovilistas. Nos guste o no, está funcionando.
vasilia
Me referia a todos, todos tenemos que educarnos en como actuar en la calle.
Asi como los ciclistas no saben ni siquiera hacer las señales obligatorias de doblar izquierda-doblar derecha, los peatones deberian aprender a cruzar cuando corresponde, en los lugares que corresponde. O como los motoristas: si la moto es un vehiculo, que ocupen el espacio del vehiculo, no que vayan de un lado a otro.
El problema con la fiscalizacion es que haras lo que te corresponde por miedo a la multa, no porque lo entiendas que se debe hacer asi. Esa cuestion esta haciendo que la ley de «tolerancia cero» con el alcohol no tenga realmente efectos. Porque muchos que antes bebian y conducian no lo hacen ahora por temor a la multa, no porque asuman que el riesgo es real, que pueden matarse y matar personas. Si se deja de fiscalizar y multar, volveran a beber. Es como si comenzaramos a sacar multas a los ciclistas que no llevan casco (que son muchisimos): el casco no es accesorio, joder, que es vital, y si no entiendes eso, ¿de que nos sirve multarte?
Hay que reforzar muy fuertemente la educacion vial. 120 km no es el minimo, es el maximo permitido en ciertos lugares, no en Pocuro. Ceder el paso en los lugares señalizados es obligatorio PARA TODO VEHICULO, motorizado o no motorizado. «Rapido y furioso» es una pelicula, no algo que puedas hacer en la Avenida del Mar de la Serena. El semaforo no es adorno, y andar con los mp3 a todo volumen en la calle es igualmente perjudicial para el peaton y para el ciclista. El peaton tiene preferencia, y el ciclista o el motorista tiene que cederle el paso… y un largo etc de cosas que deberiamos saber y cumplir todos porque son cositas que a todos nos podria evitar muy malos ratos.
guau
Mi propuesta es mejorar educación vial, como base, pero lamentablemente, así como bien mencionas que no faltarán los ciudadanos imprudentes con o sin ley, para ellos la fiscalización sí es necesaria, pues si no los sancionas, les dará lo mismo incumplir lo establecido, por muy de sentido común que sea.
Nicolás Smith
Buenísimo.
Concuerdo mucho en la empatía que hay que tener para movilizarse. Cuando uno es peatón quisiera que todos los ciclistas anduvieran ordenadamente por la calle. Cuando andamos de ciclistas queremos que los autos no nos pasen a llevar. Y cuando andamos en auto no queremos que los ciclistas salgan de la nada, crucen con luz roja y se empoderen de la calle.
Muy bien por entender que somos todos intermodales y que los modales rigen para todos.
guau
Muchas gracias por tu comentario Nicolás y por tu síntesis, finalmente se resume en eso, respeto para todos y entre todos. Gracias!
Pablo Alejandro
Lo que me resulta más interesante, es que puedas hacer el ejercicio de darle perspectiva a lo que estás viendo que sucede.
Yo comparto tu apreciación y la complementaría (aunque entiendo que voy a tomar una tangente) con el concepto de que hoy en día somos más «consumidores que ciudadanos». En ese traicionero eslogan, creo que reside la causa de que, hasta los que intentan hacer los cambios para mejor, terminen compitiendo en esos nuevos espacios, como por ejemplo: por la mejor pedaleada en la nueva ciclovía.
De otra manera no cabría la idea de que la «Bicicleta se puso de moda», si no nos convenciéramos de que estamos consumiendo un nuevo bien y que eso nos da algún tipo de estatus (cualquiera sea).
Tal como lo razonas, si nos visualizáramos como Ciudadanos, tendríamos necesariamente el sentido de la pertenencia, por lo tanto, ni siquiera sería algo que pensar, estaría tan inserto en nosotros el que el espacio es COMUN, por lo tanto de TODOS y que nos es de mutua responsabilidad cuidarlo, que sería una prácticamente una herejía o una aberración, actuar de una manera que lo ensuciara o lo dañara. Y, tal como lo señalas, se puede ejemplificar desde innumerables puntos de vista: basura, grafitis, lenguaje, trato interpersonal, responsabilidad, compromiso y… miles de etc.
Hoy en día, siento que hemos «comprado» eficientemente la idea de que lo que hacen los demás me afecta siempre, pero Yo no tengo nada que ver con eso, entonces como me «deprimo» porque no puedo cambiar las cosas, consumo lo que me dicen que al comprarlo me va a hacer sentir mejor; lo que incluye, a lo mejor, subirme a la bicicleta.
Me siento reconfortado al leerte. Siento la empatía del transfondo y del concepto.
Seguiré haciendo mi parte, seguiré poniendo esfuerzo en ser mejor persona. La cagué cuando me bajé del auto a discutir por un simple topón con otro conductor. Me doy cuenta. Me di cuenta. La siguiente vez que estuve a punto de competir por el espacio de calle, me acordé de lo que había pasado, respiré y solté el acelerador. Quizás no fue mucho, pero en mi corazón me sentí mejor. Y tomarle la mano a mi mujer en ese momento, también me reafirmó.
guau
Pablo, me emocionó tu reflexión. En primer lugar gracias por leer y sobretodo por compartir tu opinión sobre mi columna. No sé bien si lo que nos pasa sea tu «tangente» o bien algo más negativo. A veces quiero pensar que no, pero a ratos he llegado a pensar que abunda un egoísmo terrible y un desinterés por nuestros propios pares, al punto de no importarnos en lo absoluto lo que les pase.
Me he desayunado con situaciones que quizás se alejan del motivo de mi columna, pero que grafican este egoísmo que te planteo; como momentos en los que veo a una chica llorar en el Forestal y a su alrededor pasan decenas de personas y ninguna se acerca ni a ofrecerle un pañuelito desdechable; entonces me da rabia y pienso que somos la peor raza. Sin embargo, yo no actúo así y conozco a muchas personas que tampoco lo hacen, por lo que elaboro una nueva posibilidad, que quizás se topa con la tuya y que tiene que ver con el individualismo, una más de las herencias de nuestro sistema político, donde impera mi bienestar y mi capacidad de sobresalir por sobre la media, aunque eso implique pisotear al de al lado.
No sé quién se acerque más a la realidad, quizás ninguno, quizás los dos; el punto es que es algo que debe cambiar y en lo que debemos contribuir por cambiar. No puede ser normal o no está bien que como humanos, miembros de una sociedad, no nos importe arrojarle la bicicleta, el auto o lo que sea a otra persona.
Espero que la educación nos ayude a mejorar la forma en que interactuamos entre nosotros mismos y que el respeto por otro, comience a formar parte de nuestra configuración como seres humanos.
Paulina Quiroga
Estimados, como dice quien escribe la columna, es un tema de ciudadanía, quién es mal ciclista, es mal peatón y seguramente mal conductor… Yo que vivo hace varios años ya a media cuadra del parque Pocuro, debo decir que lamentablemente desde entonces me he ido «haciendo enemiga» de los ciclistas… quienes cuentan con una ciclovía a mi parecer maravillosa, y con una amplia calle cerrada para ellos los Domingos… Sin embargo, en más de una oportunidad con mi hijo hemos estado expuestos a atropellos por parte de ciclistas que sin entender por qué.. circulan por el parque de tierra o por la vereda…pasando a llevar a quien se les ponga por delante….estando a un par de metros de calles habilitadas exclusivamente para ellos… me pregunto… si una ciclovía no es suficiente, una calle entera cerrada para su libre circulación no es suficiente…. qué necesitan?… y para que decir los que circulan rayando los autos ya que transitan por la única vía de una pista que queda para los «malos autos» que bajan hacia el poniente… … cuando les he preguntado «por qué» si tienen ciclovía… su respuesta cuando logro que alguno responda…es que no es mi problema o que la ciclovía es muy lenta… esto es pan de cada día para mi… y para muchos de mis vecinos… Es cierto, se ha masificado el uso de la Bici, pero también se ha masificado su victimización…muchas veces injustificada.
guau
Gracias por tu comentario Paulina. Lamento lo que cuentas y sin ir más lejos, hoy sábado yendo por la ciclovía de Pocuro lo vi: ciclistas por la vereda, a medio metro mío.
Espero que no estemos años luz de un cambio a nivel social, en el que empecemos a detenernos a observar y más aún, a pensar antes de vulnerar el espacio y la seguridad del otro.
Savantdija
Cultura cívica, educación, entender que compartimos espacios y somos parte de algo mayor llamado sociedad. Felicidades por la columna 😉