La idea de poder analizar la situación actual de la población adulta mayor, es desafiante y a la vez, de una importancia transversal desde las ciencias sociales incluido el Derecho. Las tasas de natalidad han bajado a números históricos y las personas están viviendo mucho más que en épocas anteriores. Según el boletín demográfico del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de natalidad en Chile registró una disminución de la mitad respecto a la que había hace 30 años.
Desafía, porque si bien la población adulto mayor crece, el bienestar y seguridad para ellos no. Las pensiones y lo que llaman “reforma”, celebradas con tanta música y bailoteo, son miserables y si bien puede significar abrir el cerrojo de uno de los pilares heredados de la Dictadura, aún es insuficiente.
¿Qué adulto mayor puede vivir con ese monto tan exiguo de pensiones? Gran parte de ello se destina a remedios. ¿y lo que queda, para qué alcanza? Es sencillamente denigrante y de mal gusto. Mientras las empresas de seguros -porque no son instituciones que velen por el derecho humano a la Seguridad Social- se llenan de ganancias exorbitantes. Una glotonería, que ni de cerca viene a compensar todo lo que han construido las personas adultas mayores durante su trayecto de vida.
Lo que se engarza con la interrogante: ¿Son felices los adultos mayores? De las variables que se estudian para medir la felicidad de las personas, se encuentran el dinero, la salud física y psíquica. Por ello, IPSOS elaboró un estudio en el que concluye que no tener suficiente dinero es la mayor causa de infelicidad (58%), seguido de la salud mental (37%) y la salud física (29%).
Hace muy poco a una persona mayor de 75 años, desde una notaría pública, le exigieron certificado de lucidez, cuando él les explicó que estaba en condiciones plenas de realizar sus trámites legales en completa normalidad. Para él, y también a la luz de las normas jurídicas actuales, es un acto arbitrario y por ende discriminatorio.
Una de las causales objetivas de discriminación, es precisamente la edad. La Ley Zamudio N° 20.609 o Ley Antidiscriminación, establece mecanismos judiciales para sancionar estos hechos lesivos para las personas.
Otro aspecto que interesa, es la transversalidad en materia de las ciencias sociales que intervienen con las personas adultas mayores. Pasando por la política pública y el rol del Estado, por medio de SENAMA. Agregar a Instituciones de la sociedad civil, que en algunos casos tienen una mirada desde el encierro, la inmovilidad e incapacidad de este grupo social. Visión cortoplacista, por cierto, y que no guarda relación con la realidad a la que nos enfrentamos.
Y en el caso del rol del Estado, se sigue con una función de emergencia, de reacción ante vulneraciones y no una política integral que se pueda anticipar a los riesgos que puedan padecer las personas mayores. O, de generar mayores espacios de participación útil y efectiva del grupo en estudio. También se presentan otros profesionales con un enfoque de derechos humanos de los adultos mayores, sumado a los índices de longevidad, llevan a trabajadores sociales, psicólogos, médicos, enfermeras y abogados a promocionar, garantizar y derechamente protegerles utilizando las normas de la legislación actual.
Un ejemplo claro de ello, son las normas de la Ley 19.968 de Tribunales de Familia, en relación a la Ley 20.066, que mandata al Estado como garante de la protección de los derechos. Protegiendo y sancionando actos de violencia de todo tipo en contra de los adultos mayores.
El Servicio de Protección al Adulto mayor informa a la población la existencia de la Ley N° 20.427, que establece un sistema de protección a la violencia intrafamiliar, que busca la protección a las personas mayores frente a cualquier tipo de abuso, ya sea físico, psicológico, económico, o negligencia. Si una persona mayor sufre violencia intrafamiliar, puede buscar protección y asistencia a través de los tribunales de familia y servicios sociales disponibles.
De hecho la normativa que crea el SENAMA, Ley Nº 19.828, define como adulto mayor a toda persona que ha cumplido los 60 años, sin diferencia entre hombres y mujeres. El servicio tiene como misión contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas mayores del país.
La mayor edad muestra experiencia, calidez y comprensión de ciertos fenómenos incluso en la infancia. ¿Quiénes cuidaron a niños, niñas y adolescentes cuando faltaron los padres? Sí, efectivamente un importante número de la población adulto mayor se hizo cargo de cuidados proteccionales; familias de acogida e incluso cuidado personal definitivo de niños que fueron víctimas de vulneraciones graves de sus propios padres o de otros familiares cercanos.
En el caso del rol del Estado, se sigue con una función de emergencia, de reacción ante vulneraciones y no una política integral que se pueda anticipar a los riesgos que puedan padecer las personas mayores
Pero también son personas que merecen un jubileo, descanso, remedios a bajo costo, atención médica digna, zona de deportes, lugares que se adapten a sus necesidades y no ellos a los lugares o a la sociedad. Acá es clave la coordinación de lo público con las entidades privadas y la sociedad civil.
¿Pero qué es un jubilado? Pregunto a mi padre, Luis Lorenzo Cortés, Doctor en Teología, quien agrega antecedentes desde el hecho religioso cristiano “se trata de un tiempo de celebración religiosa, tiene varias connotaciones sociales. De allí viene el concepto jubilado, al cual hacemos referencia. Pero la Biblia no nos habla de un tiempo de sufrimiento o de escasez, sino de la preocupación por la tierra y por las personas en un ciclo de cada siete años hasta completar el año cincuenta, donde se proclamaba el jubileo.
Y la palabra jubileo es fiesta, celebración pasarla bien. Es que durante el jubileo se llevaba a cabo una serie de acontecimiento que producían alegría en la sociedad por un lado se liberaban los esclavos, ellos podían regresar a sus familias, Por otro lado y que sorpresa, era el perdón de las deudas, los que habían caído en la pobreza, podían comenzar de nuevo.
Por otro lado en este ciclo de 50 años había restitución de las propiedades, quienes habían entregado sus tierras en prenda, ahora podían recibirlas de vuelta. Los grandes consorcios, y las cadenas de bancos nunca estarán de acuerdo con estas tradiciones bíblicas.
En otro orden de cosas, también había descanso para la tierra, que nos podrían decir los grandes agricultores que trabajan la tierra hasta no dar más. La Biblia es altamente ecologista, en el cuidado y protección de la naturaleza.
En resumen, el jubileo del cual habla la Biblia era un tiempo de renovación de liberación tanto para los seres humanos como para la tierra. En el aspecto religioso muestra la gracia y la misericordia de Dios”
¿Somos conscientes, que cada día que pasa, hay muchos adultos mayores que necesitan tener mayores espacios en la sociedad? Y, que a pesar de los datos a nivel nacional e internacional, pervive una mirada desde la incomprensión, de la inhabilidad y ya cumplieron un ciclo.
En la postmodernidad, las instituciones que por décadas sirvieron de soporte familiar o social, están frágiles y algunas casi inexistentes, que ya no tienen el poder dirigista de antaño. Las familias, el Estado, los partidos políticos, la Iglesia, los sindicados, los colegios, cada vez más carecen de esa fuerza de cohesión que permitían participación y desarrollo de la persona. Las sociedades se han vuelto adultas y las instituciones carecen de la fuerza para sostener y albergar nuevas necesidades. Quedando relegados en el espacio del mercado, la cosificación, egoísmo y la despreocupación.
Habrá que criticar y movilizarse, desde las ciencias sociales. Cuestionado los estereotipos y lo ya realizado en política pública, en cuanto a las personas mayores, reconociendo al menos, su gran aporte a la sociedad que construimos, y que gran parte de lo alcanzado, es gracias a los adultos mayores.
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Juan Pablo Cortés Olivares
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