Unos días atrás, vía mensaje de Facebook, supe, primero de la muerte, y luego de la muerte por suicidio de Amanda Durán.
Leí los comentarios a este mensaje y escribí el mío. Comenzó, llamémosla, una polémica. Quisiera profundizar en los dichos allí señalados –y abrir este debate a criterios que considero más amplios y trascendentes.
En principio, en general, o para toda conciencia “bien pensante” actual –aunque los relativismos y subjetivismos de la “interpretación”, como potencia cultural dominante, aún podrían permitir afirmaciones diversas–, el suicidio “debe ser” rechazado, y los suicidas, lamentados.
Que Amanda haya sido considerada “poeta”, y mujer, parece fortalecer estas consideraciones.
Efectivamente, en esa dirección iban los comentarios en Facebook… hasta que opiné diferente.
Estas ideas generaron reacciones de bastante rechazo. Veamos.
Siendo una persona “mayor” y deseando solamente vivir y vivir mucho más (“ojalá nunca morir”), y habiendo publicado abundante poesía –entre otros géneros de escritura, y desde hace más de 40 años–, me pareció que el acto suicida de Amanda no merecía esos sentimientos, más allá de cualesquiera hubieran sido las motivaciones de la poeta…
Mi percepción del poeta en este mundo de la cultura en el año 25 del siglo XXI señala que NO puedo justificar ni buscar buenas razones para que un poeta lo cometa. Me explico:
Para mí no hay mejor percepción del “lugar del poeta” en la cultura hoy, que aquella línea del poeta de la poesía, Friedrich Hölderlin, que a fines del siglo XVIII, dijo:
“Lo permanente lo fundan los poetas.”
Es decir, para mí y otros, si la “verdad”, la “belleza” y el “bien”, los pueden crear diversos tipos de individuos, hoy comprendemos que todo eso bien podría resultar tal para algunos y para otros, diferentemente.
Y que es el Tiempo (y los tiempos colectivos que llamamos “historia”), los que señalan al cabo, qué obras quedan y cuáles son “más temprano que tarde” olvidadas.
El juicio de algunos, hoy o mañana, se muestra, en el Tiempo (“ese fluir irresistible”), casi siempre efímero. Unos llegan y otros “se van”. Nacer y perecer, vivir y morir, ocurre siempre y todo el tiempo. Pero, cien años después, hay algunos muertos que persisten, o se hacen inmortales –como decían los griegos antiguos–, en la memoria de los pueblos.
Siento que la cultura “global” del siglo XXI –y desde hace rato– transita por aquella región que alguien como Antonio Gramsci (y otros), señaló de esta manera:
“La crisis consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no acaba de nacer;
Hoy se requieren otros poetas de lo permanente. De un nuevo origen y de la posibilidad de otro fundamento
en este interregno aparecen una gran variedad de síntomas mórbidos.” — A. Gramsci, por los años de 1930
Que yo traduzco así:
“Cuando la cultura que muere y desaparece
(que decae) aún no se transforma, mientras lo
que está naciendo no lo hace aún verdaderamente.”
Creo que habitamos un tiempo de decadencia. Por esta palabra prefiero pensar lo que decía Aristóteles en la palabra “corrupción”. No solo la corrupción como perversión de valores e instituciones, sino de los fundamentos de la cultura dominante.
Cuando lo que una vez, en un “tiempo fundamental” o “de origen”, apareció, para un colectivo o un pueblo, como un acto de “Verdad-Belleza-Bien” –usando mayúsculas y una frase cara al origen fundamental de la filosofía en esa Grecia anterior a la cultura europea y la sociedad que hoy decae.
De manera que, para mí, hoy se requieren otros poetas de lo permanente. De un nuevo origen y de la posibilidad de “otro fundamento”.
Por ello los poetas debieran vivir hoy como los más virtuosos. Y la virtud era la vertu, el carácter del héroe cultural que era mucho más que “ser buena persona” o “ser muy inteligente”, y aparecer como un valiente.
Por el valor, por unos nuevos valores, hay que poseer el carácter de un corajudo. Hay que soportar toda clase de prejuicios y rechazos. Y soledades. Es decir, lo que convencionalmente son “sufrimientos y dolores”.
Lo permanente, si ocurre tal, precisamente está y ve más allá de esos juicios y discriminaciones. Por ello se debe poseer VIDA hasta en exceso.
Si uno se suicida ante los dolores y sufrimientos, uno se separa de la posibilidad de hacer de la poesía la posibilidad de porvenires posibles.
Amanda: me duelo de tu decisión y me imagino tus dolores de mujer y de escritora. Pero NO hallo ningún motivo para defenderla. Hubiera querido que fueras incluso más fuerte que los fuertes.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
            Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
Lilian Isabel Del Rosario Pizarro Araya
Fernando , tremendo artículo coincido contigo las razones de Amanda debieron ser muy poderosas , y se respetan pero como tú dices como poeta ,hay que ser más valiente que los valientes para superar el dolor. Vivi un caso muy de cerca mi hermano escribía y cantaba resistió dolores que pareció morir cientos de veces. Y ahí le mantenían el amor por sus hijos y muchos mensajes de amigos.
Pero igual no sabría decir quién es más valiente el que resiste o el vencido.
Talvez faltaron esos mensajes de amor.
viveroscollyer
Estim Claudia:
Aparente% esta omisión del dato-suicidio forma parte del miedo a decir-ciertas -cosas, del común y corriente «buen-pensar». Se omite, se evade, se elude…
Por otro lado, no hay empatía con la situación privada de esta mujer-suicida, pq importa muucho más su condición social de «poeta». si es que vivimos una época y tiempo de decadencia y disolución de instituciones y valores, los creadores –especial los llamados «poetas»–, a mi juicio, asumen un deber de estar por encima de la mediocridad general (qu’es otra cara del decaimiento cultural).
Ella se suicida y con esto solamente confirma la debilidad general. Mal por ella y dos veces : (1)pq debía vivir una situación «insufrible», y (2) pq dio testimonio de debilidad y vulgaridad…
Necesitamos otro tipo de creador. Estos no crean, repiten. Y repetir sin vitalidad conduce al hastío vital…
viveroscollyer
Hola Lilian, gracias pq creo que m’entendiste muy bien.
En estos tiempos de mediocridad universal (casi), hay que ser: «más valiente que los valientes».
¡¡ ESO !!
…
viveroscollyer
Abrazo por tu hermano, Lilian
Claudia
Me llamó la atención que no dijeran el motivo de su muerte, el suicidio es una realidad y barrerlo debajo de la alfombra para qué.
Sin embargo, este artículo me parece poco empático y juzgador, no sabemos los dolores que ella cargaba y lo «corajuda» que fue mientras vivía.