La lectura reciente de una columna del poeta italiano Franco Arminio, publicada en La Repubblica bajo el título È ora di introdurre a scuola l’ora della fragilità (“Es hora de introducir en la escuela la hora de la fragilidad”), me abrió a una reflexión que podría aterrizarse en nuestra realidad educativa. Arminio –conocido como paesologo (“pueblólogo”, si se me permite esta libre traducción) por su atención a la vida en los pueblos pequeños, y autor de poesía cívica y meditativa– no habla desde la política institucional ni desde la academia, sino desde su propia sensibilidad poética, no por ello menos lúcida o valiosa.
Su propuesta es sencilla y profunda a la vez: instituir una hora semanal en los colegios donde se hable, con libertad y respeto, de aquello que duele o conmueve. Una hora en que estudiantes y docentes puedan compartir preocupaciones, angustias, experiencias de pérdida, relatos sobre seres queridos enfermos, mayores, solos o en condiciones difíciles. No como un desahogo vacío, sino como ejercicio formativo guiado, con preguntas, contexto, y apertura a una conversación que saque a los alumnos, aunque sea por un rato, de la lógica del rendimiento y del éxito.
En Chile hemos avanzado en la incorporación de contenidos transversales en la educación: desde la formación ciudadana hasta la educación afectivo-sexual. Pero es evidente que la dimensión emocional sigue fuertemente ligada a dos ejes dominantes. Por un lado, la educación en torno al consentimiento, la identidad y la sexualidad; y por otro, la enseñanza de los derechos y deberes del ciudadano en un marco institucional. Ambas líneas son necesarias, pero insuficientes si no se toca algo más profundo: la capacidad de percibir y comprender el dolor del otro, y de situarlo en relación con el propio.
A partir de ello, insertar en la malla curricular una hora semanal de temas de fragilidad humana en las escuelas chilenas no me parece una volada más. No se trata de terapias grupales ni de jornadas especiales, sino de una clase establecida, con contenidos flexibles pero con orientación clara: hablar de casos reales y cercanos de fragilidad humana, expuestos por los propios alumnos o docentes, en un marco de empatía y orientación ética.
El procedimiento podría ser simple: un alumno o profesor comparte un caso (por ejemplo, el deterioro de salud de un abuelo, el duelo reciente de una familia amiga, una experiencia de exclusión vivida por alguien del entorno, una situación de discapacidad o enfermedad prolongada). A partir de esa narración, el docente guía un diálogo abierto: se analizan las causas, se identifican emociones, se vinculan con valores cívicos y éticos, se sacan conclusiones sobre la forma en que nos vinculamos con el sufrimiento ajeno.
Este ejercicio no apunta a la lástima ni a generar caridad. Lo que se propone es salir del yo cerrado y construir una educación del reconocimiento mutuo. Entender que el dolor del otro no es una nota al margen, sino parte del mundo en que vivimos. En una cultura cada vez más enfocada en la competencia, el éxito económico y la imagen pública, la fragilidad parece fuera de lugar. Se esconde o se vuelve vergonzante. Y sin embargo, todos, tarde o temprano, estamos expuestos a ella.
Hablar de fragilidad no es celebrar la debilidad, como advierte Arminio, sino ponerla en su lugar, es decir en el centro de lo humano. Aprender a ver la tristeza, la enfermedad, la soledad, el envejecimiento no como anomalías, sino como experiencias comunes que merecen comprensión y presencia.
La escuela es el espacio más potente para ensayar formas de humanidad. En lugar de multiplicar solo contenidos técnicos, podríamos darnos el tiempo –una hora a la semana– para construir sensibilidad y conciencia del otro
Esta “hora de empatía” (no se me ocurre otro nombre por ahora) también cumple una función cívica. ¿Cómo formar ciudadanos activos, responsables, si no son capaces de registrar la existencia de quienes no tienen voz, o de quienes sufren en silencio? La verdadera ciudadanía no se limita al voto ni a la opinión política, sino que incluye la capacidad de convivir con la diferencia, de cuidar sin paternalismos artificiosos, de escuchar sin enjuiciar a los otros.
Frente al individualismo cerrado que domina nuestra cultura mediática, esta práctica propone habilitar espacios donde la emocionalidad y la ética se encuentren. Donde compartir un dolor no sea signo de debilidad, sino de humanidad activa. Y donde los niños y adolescentes jóvenes no aprendan solo a argumentar, sino también a ver y escuchar.
Arminio habla desde Italia, desde pueblos que se vacían y desde vidas silenciadas. Pero su propuesta no tiene fronteras. En Chile, donde los índices de salud mental escolar preocupan, donde los discursos del éxito muchas veces dejan fuera a quienes sufren, no hay razón para no adaptar ideas que puedan hacernos bien.
En lugar de formar solo mentes brillantes, podríamos formar también corazones atentos. Quizás no se cambie radicalmente el mundo, pero sí el modo en que nos miramos en él.
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Gran idea esta de la columna a la que le sumaría la lectura de la Biblia en voz alta intercambiando al alumno que lee…
El sistema educativo compra muchos libros para cada niño, un montón, una pila, cada año, y … entonces, por qué no añadir una Biblia para cada uno ?? Y por qué no preparar un texto propio chileno que contenga la Biblia y la metodología de biblias como la Dake y otras que en resumen:
Hagan que el estudiante comprenda una gran lista de cosas que serán útiles en su vida, una de ellas, la riqueza inmensa del lenguaje de la Biblia y sus figuras gramaticales exquisitas, y una verdad que se escribió en parte en torno a Jerusalén, ciudad que hasta hoy existe y de la que la Biblia nos cuenta su historia, sobre cómo fue tomada por David y por qué Israel fue desterrado de ella, y por qué volvería y cómo lo haría hasta ser hoy un Israel que atrae miradas y reflexiones…
En la Biblia hay una lógica del Creador heredada a nosotros como creadorcitos de pequeñas cosas, con capacidad para crear y si creamos algo, por ejemplo una sociedad de liliputienses:
Cómo diseñarías tú esa sociedad desde la perspectiva de las buenas intenciones para con ella ? Y, qué poder tienes para hacerlo ?
Entonces nos encontramos con que eso dice la Biblia sobre el Creador que creó todo con su Hijo para quien hizo todo…
La historia descrita en la Biblia es única, inmensamente rica en enseñanzas y no hay razonamiento humano que la pueda contradecir, porque la lógica de la bondad y poder del Creador allí descrita, nos muestra sus juicios de justicia sobre su pueblo y sobre todos los habitantes de la tierra, y nadie más hace esto, ni nadie más compite con la Biblia, de ninguna forma, ni con un ápice de poder contra ella, porque ella está sobre toda la fuente de conocimiento que pueda adquirir la humanidad para el bien personal y el de las sociedades humanas…
Ahora, en cuanto a esas miradas seudo político que son contrarias a la Biblia, de una u otra forma, y tal vez que piensan que no sería bueno que los niños leyeran la Biblia, compartiendo su conocimiento, evalúe usted por sí mismo por qué esto es así, si vivimos una historia del bien contra el mal, o más bien del mal contra el bien, siendo lo particular de este razonamiento que la Biblia dice expresar la ciencia del bien y del mal…
Y en saber esta diferencia, en aplicarla, en entenderla, estriba la felicidad del hombre, el poder del hombre para derribar muros y acercarse a ser parte de esa sociedad que reflexiona en sus obras y que procura mejorarlas entendiendo las razones de por qué es tan necesarios que así suceda…
La Biblia fue prohibida a la gente común por muchos siglos y mucha gente murió por querer saber más de ella, porque solo se leía desde un libro en latín, por muchos siglos, y solo desde que aparecieron un conjunto de personas especiales como Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera es que la podemos tener hoy impresa en español y es el libro más impreso en todo el mundo, porque nada supera su conocimiento y las reflexiones a la que nos invita,…
Por lo tanto, educadores, instrúyanse en ella y enséñenla a sus alumnos…
Y ustedes ministerio de la impresión educativa para niños, paren sus imprentas un rato, y ocupen esos recursos para adquirir las mejores biblias que puedan una para cada niño, niña, profesor, padre apoderado, ministerio, presidente…
Edúcate pueblo, y educa al pueblo, mira que la Biblia misma dice que parte del pueblo de Dios pereció por falta de conocimiento, conocimiento del Santísimo y de temor de Jehová de los ejércitos…
Le acepto este debate a cualquier persona que quiera poner sobre estos razonamientos unos contrarios a leer la Biblia en clases…
De hecho, al contratar personal público, del Estado, debiera preferirse a quien esté educado con su profesión, su doctorado y que haya leído la Biblia, porque haberlo hecho y hacerlo es parte de la educación que debería tener una persona, ya que la Biblia no es solo un libro, es un escudo, es un refugio, es una fuente de vida, de conocimiento, de sabiduría, de inteligencia y de temor del Temible, temor de quien juzga tu alma con poder para hacerte bien o hacerte mal, como lo explica incomparablemente la Biblia al pueblo de Israel al contarle los beneficios de ser una buena sociedad y buenas personas, que no adorasen a otros dioses ni a semejanzas hechas por el hombre, porque su Dios es celoso, que pagala maldad, como cuando en Jerusalén las calles se llenaron de sangre de asesinatos y de altares de ideas estúpidas de personas que no entienden que solo Jehová de los ejércitos es Dios, lo que muchas veces demostró Dios a su pueblo y a la historia; allí están en el mar rojo los restos de los carros que hundió Jehová, varón de guerra…
Y estas ideas de adorar imágenes hasta hoy son una costumbre muy esparcida por Latino América, donde sabemos que se adoran imágenes e ídolos y se se hacen obras de brujerías e invocaciones a entes demoniacos, tal como lo hace las culturas latinas, y personajes como Castro, Chávez o Maduro, cosas que Dios aborrece, y castiga; vean a Cuba y Venezuela… Se secan, se empobrecen, lo mismo sucedió en Haití, aparecieron adoradores demoniacos y el país se volvió el más pobre de todos, el más sucio, el menos preferido por los turistas posiblemente… ¿Usted querría ir a alguno de esos países a disfrutar de su luna miel, por ejemplo?
No dejemos que perezca Chile o sus chilenos por falta de conocimiento del Santísimo y del Hijo del Hombre…