La llegada de las nuevas autoridades regionales podría marcar el inicio de una tan añorada primavera y la posibilidad que broten iniciativas y esperanzas largamente postergadas por la inmensa noche del agobiante centralismo.
En efecto, ellas están llamadas a liderar procesos de desarrollo en los que primará la opinión de las comunidades locales y no definiciones tomadas desde la capital, impertinentes en forma, fondo y oportunidad a los anhelos ciudadanos.
Este hito es el resultado de las luchas históricas de las provincias con Santiago, del lento y resistido fortalecimiento de las municipios y de la creación de los Gobiernos Regionales, que si bien sometidos al férreo control santiaguino a través de Intendentes designados y presupuestos magros llenos de regulaciones, iniciaron el camino para la creación de administraciones supra-comunales con mayor autonomía. Los Consejos Regionales, permitieron a representantes de diversas localidades adquirir experiencia en la construcción de consensos para formular estrategias y políticas para el desarrollo de sus territorios.
Es justo recordar, el aporte de muchas organizaciones regionalistas en el norte y sur –como el Partido Federal de Magallanes-, a CORBIOBIO, Los Federales y la Fundación Chile Descentralizado.
En este contexto no se puede obviar la contribución de las universidades regionales al proceso descentralizador. La creación de las universidades de Concepción, Santa María y Austral, de las 14 universidades estatales, de las 5 universidades católicas regionales, y más recientemente de las de O´Higgins y Aysén, significó una irrupción compleja y resistida por miradas centralistas que las veían como innecesarias o bien como fuentes potenciales de desestabilización del orden académico establecido.
Más allá de sus matrices institucionales, la creación de las 22 universidades regionales respondían a legítimas demandas y movilizaciones de comunidades locales que veían que sus procesos de desarrollo requerían de la formación local de técnicos y profesionales y, de la creación de conocimientos que les permitieran dar respuestas certeras a sus necesidades.
Así como las universidades formaron ayer y hoy a quienes a lo largo de Chile enarbolan las banderas regionalistas, ellas también han explicitado su compromiso y convicción de seguir apoyando la gestión de las nuevas autoridades regionales
El desarrollo de estas instituciones está íntimamente vinculado al de sus comunidades. Ambas han soportado el centralismo abusivo y también han buscado caminos de progreso más auténtico y pertinentes a sus realidades. Universidad/comunidades han logrado que poco a poco, Santiago deje de ser Chile, que se haga visible su diversidad social y cultural, económica y ambiental, pero también, las inequidades territoriales que hereda el centralismo.
Así como las universidades formaron ayer y hoy a quienes a lo largo de Chile enarbolan las banderas regionalistas, ellas también han explicitado su compromiso y convicción de seguir apoyando la gestión de las nuevas autoridades regionales, profundizando el compromiso que justificó su creación y que, aún con más fuerza y convicción marcará su proyección futura.
José A. Abalos
Director Ejecutivo
Agrupación de Universidades Regionales de Chile (AUR).
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