En el contexto electoral, donde la contingencia política se filtra desde las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales, resulta ingenuo suponer que no alcanzará a la escuela y que esta pueda aislarse de sus influencias y tensiones. Así, los estudiantes llegan al aula portando preguntas, interpretaciones y, con frecuencia, discursos ya elaborados, muchas veces reproducidos sin filtro desde plataformas como TikTok o YouTube. Ante ello, el profesorado no puede simplemente continuar con el programa curricular como si nada ocurriese. Más aún, eludir la discusión política contingente equivale a dejar a los jóvenes expuestos a un ruido informativo sin guías ni herramientas para diferenciar la evidencia de la propaganda.
John Dewey advertía que «la democracia tiene que nacer de nuevo en cada generación, y la educación es su partera». En este sentido, la escuela debe configurarse como un laboratorio de vida democrática, como un espacio donde se aprende a disentir sin destruir los vínculos, a argumentar sin humillar y a escuchar con apertura el cambio de opinión. Entonces, cada docente enfrenta un dilema: evitar la imposición de su perspectiva personal y, simultáneamente, no caer en una neutralidad pasiva que permita la circulación de afirmaciones falsas o discriminatorias.
Diana Hess (Controversy in the Classroom: The Democratic Power of Discussion, Routledge, 2009) propone el concepto de neutralidad activa, argumentando que, en una clase de educación democrática, es imposible y no deseable ser neutral en el sentido de ocultar las propias opiniones o pretender que todas las posturas son igualmente válidas sin análisis.
En su lugar, el docente debe ser justo, creando un entorno donde todas las perspectivas sean escuchadas, examinadas críticamente y respetadas, pero no necesariamente tratadas como iguales en fundamento o evidencia. Propone que el rol principal del docente no es transmitir su propia opinión, sino diseñar y facilitar discusiones deliberativas de alta calidad, planteando preguntas provocadoras y bien estructuradas, asegurando que los estudiantes comprendan los hechos base del tema en discusión, garantizando que se escuchen múltiples puntos de vista, enseñando y haciendo cumplir las normas del diálogo civilizado y respetuoso, y guiándolos para que evalúen la solidez de los argumentos basándose en evidencia y razonamiento, no en prejuicios.
Respecto de los profesores, propone que deben ser transparentes sobre sus propias respuestas cuando se les pregunta directamente, pero haciéndolo de una manera que no cierre el debate. Por ejemplo: «Mi opinión personal es X, y se basa en Y. Pero lo importante aquí es que ustedes analicen la evidencia y lleguen a sus propias conclusiones. ¿Qué piensan ustedes?» Esto evita el adoctrinamiento y modela la honestidad intelectual.
Advierte, además, que es necesario considerar la diferencia entre los temas «cerrados» y los temas «abiertos»; los primeros son aquellos en los cuales existe un consenso abrumador basado en evidencia (ej.: el Holocausto ocurrió, el cambio climático es causado por el hombre). En estos, la «neutralidad» es dañina, pues legitima posturas negacionistas y el docente debe presentar los hechos. Los segundos son aquellos sobre los que ciudadanos informados y razonables pueden disentir legítimamente (ej.: políticas de inmigración, soluciones económicas, impuestos), siendo la neutralidad activa crucial para que el estudiantado delibere y forme su propio criterio.
Si la escuela no enseña a dialogar sobre lo que nos divide, ¿quién lo hará?
La incorporación de la contingencia política en la sala de clases es una oportunidad para desarrollar competencias democráticas, que fortalezcan el pensamiento crítico, la argumentación con evidencia, la empatía para entender posturas diferentes, y la disposición a participar en discusiones públicas de manera informada y respetuosa. En momentos electorales, donde se acrecienta la polarización, este rol adquiere una relevancia crítica. Mientras el espacio público se fragmenta y encapsula en burbujas ideológicas, la escuela puede —y debe— constituirse en uno de los pocos ámbitos para el ejercicio de un diálogo plural y fundamentado, lo que requiere, sin embargo, una intencionalidad pedagógica que vaya más allá de permitir que los estudiantes «hablen» o «escuchen» al docente. Es preciso enseñar a escuchar activamente, a construir argumentos, a identificar las falacias y a reconocer que las ideas deben sustentarse en razones, no únicamente en emociones.
La investigación educativa comparada confirma que el diálogo político escolar, cuando es cuidadosamente mediado, incrementa la participación cívica futura, la tolerancia y la comprensión política. Algunos países han abordado estrategias exitosas: en Finlandia, se incorporan los debates en proyectos interdisciplinarios que privilegian el pensamiento crítico y la resolución colaborativa de problemas; en Canadá, diversas provincias han desarrollado guías para el tratamiento de controversial issues, que incluyen rúbricas para evaluar la solidez argumentativa y protocolos para salvaguardar la seguridad emocional de los estudiantes. En ambos casos, se asume que formar ciudadanos requiere enseñar a argumentar y deliberar sobre temas que dividen.
En Chile, la Ley 20.911, que crea el Plan de Formación Ciudadana, establece un marco para integrar estos contenidos en la enseñanza. Sin embargo, en la práctica, muchos establecimientos evitan tratar la contingencia por temor a conflictos con apoderados o a denuncias de parcialidad. Esto genera que gran parte de la socialización política de los estudiantes ocurra fuera del aula, en entornos que no siempre promueven el contraste crítico de ideas, y que la escuela y los docentes renuncien a su responsabilidad formadora.
El desafío para el profesorado es considerable: además de la presión curricular, debe lidiar con la diversidad de posturas y, en ocasiones, con la desconfianza de sectores que ven la discusión política escolar como una amenaza. Sin embargo, renunciar a este espacio significa abdicar de la formación ciudadana. Si la escuela no enseña a dialogar sobre lo que nos divide, ¿quién lo hará? La política no es solo competencia de las élites, sino la forma en que decidimos cómo vivir juntos. El docente que asume esta tarea con responsabilidad, neutralidad activa y rigor formativo contribuye a la salud de la república. Y esa, en los tiempos actuales, es una labor impostergable.
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PODER CIVIL
Qué decir! Profesores, o políticos a través de profesores, queriendo influir en los niños de alguna forma, en este caso política, mismos profes que han producido una educación pésima, según don Boricito, cuando pedía un gobierno que brindara educación gratuita y de mega súper calidad, queriendo derrocar gobiernos con acusaciones constitucionales, con un tal lumpen que no tenía nada que perder, pero, que al final se aburrió de subirse a las camionetas para ir a apedrear, quemar y saquear, por incumplimiento de contratos en relación a lo que se tenía que perder, se sospecha…
Perdón, se me sale la historia…
Pero, el tema es el siguiente, la idea de educar se trata de enseñar a discernir, siempre, escogiendo, asumiendo por qué, o para qué, o simplemente qué y por qué de qué, o qué…
Entonces, el valor más importante del ser humano es cómo este se percibe a sí mismo en la sociedad, y la educación que plantea la columna la veo por hacer pensante al ser humano a través de enseñarle política… (Desde ya cambiaría esto por enseñarle a hacer negocios en el ambiente que enfrenta un emprendedor, por lejos, porque en el fondo la idea de transmitirle un pensamiento crítico que enfrente a la política, es solo bla bla, y así el niño egresa sin entender el sistema público que ayuda a emprender, cosa que es diferente a entender la política, porque el conocimiento del sistema público le abrirá miles de puertas y una de ellas, la principal, debiera ser enseñarle a ser un emprendedor en Chile)…
Pero, hay algo más profundo que necesita un joven que egresa y eso es la cultura del bien y del mal que le enseñe a seguir el bien y a aborrecer el mal; que le enseñe sobre sabiduría e inteligencia y claramente, por todo lo demostrado por la ciencia de la arqueología bíblica, que le enseñe sobre el temor de Dios, porque su vida será un soplo, como esa flor que en el desierto amaneció florecida y a la tarde se secó, volviéndose luego solo polvo en el viento, dicen…
El alumno debe entender el valor de su alma y el valor de sus acciones y qué caminos debe seguir en la vida y de cuáles alejarse…
Ahora, cuando la educación pública no se hace responsable de esto —con la lectura de la Biblia en la educación y su debate— no está atendiendo al valor supremo del interés más importante en un ser humano y esto es entender el valor de su alma y el valor de sus acciones frente al Juez de toda la tierra, porque pudiéndosele educar en esta materia, no se hace, prefiriendo educar al niño, en qué, en eso del bla bla de los políticos que se transforma en promesas de izquierda, por ejemplo, que se transforman en gobiernos saqueadores como el actual del Sr. don Boricito, y en eso resultó todo, en que llegó uno al gobierno que no estaba educado en estas materias, y actúa en contra de la razón de la justicia y la verdad que proclama la Biblia, quitándole a los pobres lo que guardaron en sus guaridas…
La ignorancia de la Biblia ha llevado, entonces, a un ser humano a ser peligroso para toda la humanidad, y en especial para su país, y en especial para los pobres, porque los hace más pobres, subiendo el sueldo mínimo y encareciendo todo; pero, ellos, recibiendo sueldos bonificados con esteroides, en su afán de saquear al Estado, por lo que no les importa lo que le suceda al pueblo más pobre, apenas por enriquecerse ellos, riquezas mal avenidas que tanto condena la Biblia y tan severamente cuando afectan al pueblo más necesitado…
Entonces, no educar a la siguiente generación en estas materias me hace recordar el refrán ,,el pueblo que no aprende repite su historia,, cosa que me aterroriza, porque significa que puede llegar otro ignorante a la silla que preside la República y otra vez llegará un … llamémosle ignorante o aweonao por convención, y hará estupideces porque no sabe lo que tiene lo que debe saber, y no teme lo que debe temer, lamentablemente porque no tiene la comprensión que debe tener, cosa que da la lectura de la Biblia, poniendo al ser humano en menos que un gota de agua, y se dice que en menos que una mota de polvo frente al Creador y al Majestuoso a quien heredó la majestad y la gloria para siempre…
Entonces, cuando os erguís en ser profesores con pretensiones de educar bien, miren atentamente al camino por el que llevan a sus alumnos, porque el que paga su sueldo es el Estado y mejor si perteneces al partido y difundes su ideología en clases, supongo, pero, el que paga en la eternidad y recompensas en la tierra, formó todos los corazones que palpitan y a cada uno dará su recompensa por lo que ha hecho en la vida que recibió en el templo en el que habita su alma…
… Por cierto, en la ayuda de lo que puede lograr la educación, está esta idea que me da vueltas de un centro que reúna a jóvenes o personas en general que no tengan trabajo ni se estén educando para crear empresas con ellas, organizando sus intereses, habilidades y conocimiento para surgir como una fuerza unida… Los jóvenes cuando egresan parecen muchos una isla sin las oportunidades que tuvimos quienes jugamos en la calle y arrancamos después de tocar el timbre, muy pegados al celular, y con pocas oportunidades sociales donde se cree organización para crear empresas y oportunidades que les ayuden a surgir, empresas como las de la Empresa Comunal S.A. por ejemplo, de Poder Civil…