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Uno y mil martillos: El decir de las cosas

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Martillo es un término que permite hacer referencia a una herramienta que presenta  un mango y una cabeza y se utiliza para percutir. Por lo general el mango del martillo  es de madera, mientras que la cabeza suele ser de hierro. El usuario debe tomar el  martillo del mango con una mano y golpear con la cabeza aquello que desea clavar,  incrustar o hundir. (OpenAI, 2025) 

Ante la pregunta concreta y sencilla: ¿Para qué sirve un martillo?, una de las tantas AI existentes respondió con plena certeza con este anterior texto, exponiendo sobre el rol y uso habitual de este ingenioso y muy común artefacto. Es tan obvia e inobjetable su respuesta que resulta un párrafo que se acerca en tono a la poesía concreta o a algún texto descriptivo propio de los Artefactos o los Trabajos Prácticos de Nicanor Parra. Aunque proporciona opciones adicionales al solicitarle amablemente “cuéntame más”, su profundización consiste en describir tipos de martillos, distintos usos, y materiales de los  que están hechos, en una lógica que podría continuar latamente brindando más de algún  dato suplementario poco conocido. Pero, ¿acaso podría haber algo más? Insistiendo le pregunto a la máquina: ¿para qué otra cosa puede servir?, responde reforzando y especificando otras opciones pero ligadas igualmente a esa función percutora principal. Ante una nueva interrogante: ¿puede ser útil incluso sin utilizarse?, no titubea. Ofrece algunas alternativas donde, aun dejando inactiva esa labor golpeadora, promete utilidad en  su valor de objeto pesado capaz de contener, sostener o estabilizar otros objetos, pero además agrega una inesperada posible función decorativa. Se va volviendo algo más  interesante e (in)útil su detalle. Termino este ejercicio pasándome varios pueblos con un último cuestionamiento: ¿puede decir cosas?, ante lo que responde incluso dando  ejemplos:

Un martillo en sí mismo no puede hablar ni expresar ideas. Sin embargo, puede «decir» cosas en un sentido metafórico o simbólico. Por ejemplo:

  • Representación de fuerza: Puede simbolizar la fuerza o la determinación en diversas  situaciones, como en el trabajo duro o la construcción. 
  • Herramienta de cambio: Puede ser visto como un símbolo de transformación, ya que  permite modificar materiales y crear algo nuevo. 
  • Elemento de trabajo: Puede representar el esfuerzo y la dedicación asociados con  oficios manuales y artesanales.
  • Herramienta de resolución: Puede simbolizar la idea de que, a veces, se necesitan  soluciones prácticas y directas para resolver problemas. 

En este sentido, aunque un martillo no puede hablar, su presencia y uso pueden  comunicar conceptos e ideas importantes en diferentes contextos. (OpenAI, 2025) 

La máquina parlante, pese a advertir que su pariente cercano “el objeto” —de escasa o nula  inteligencia— no habla literalmente, reconoce implícitamente que sí es capaz de decir cosas  pero en el terreno de lo simbólico. El mismo ejercicio podría hacerlo con infinidad de otros  objetos —incluso con esta misma máquina “inteligente” a la que le pregunto— y  seguramente terminaría con un final similar; las ejemplificaciones dispuestas parecerían estar ligadas a un accionar en el ámbito de la imágenes, de las representaciones y de sus potenciales comunicativos, más que a sus funciones originales utilitarias prácticas. Es una maniobra donde el objeto es (in)utilizado simbólicamente, convirtiéndose en acción y  adjetivo que reemplaza las características humanas, haciéndose pasar por ellas, dando  cuenta, además, que esta famosa y novedosa máquina parlante inteligente no sería la  primera ni la única que arremete esta táctica de suplantación —tema que daría para seguir  discutiendo—. 

Esta característica de reemplazo transmutó al objeto en otro utensilio; en otro objeto-útil,  pero con base en su capacidad para decir, como objeto comunicativo que sirve a ese fin.  Esta utilidad no viene dada por su antigua función, aunque se apoya en ella para la  comprensión de un mensaje. Reúne la inercia del uso real con el (des)uso simbólico. Sin el  saber de su uso en un contexto cultural, su nuevo rol comunicativo deja de cumplirse; de  ahí que sea un objeto que arrastra su condición inicial de uso a un estado posterior de signo. Si no fuera identificable su uso previo, difícilmente podría significar sobre el  comportamiento social respecto de aquel uso, o acerca de la caracterización que se hace de  él.  

Al congregar la función original con un nuevo rol que le asigna humanidad a lo no humano, se activan precisamente características en el objeto que hacen de él un otro con intención simbólica. En esta ficción, el objeto puede llegar a ser malvado o bondadoso; causar rabia, placer o miedo. Es una operatividad de reemplazo compleja que sustituye al sujeto con su  objeto. Así, nuestro común martillo de mango y cabeza, dispuesto y preparado para percutir, se transforma y adquiere variadas facetas; se agrupa como el poder de un ejército autoritario en la película The Wall de Pink Floyd (Fig. 1); se reúne bajo otra fuerza, ahora de resistencia, en la obra Sesenta veces No! (Fig. 2); se rinde a la fatiga del trabajo en Se me echó la yegua (Fig. 3); se convierte en un columpio fallido, denunciando su incompatibilidad  con el juego de los niños, en el afiche No al trabajo Infantil (Fig. 4); se planta como si fuera  raíz al intentar fortalecer un arraigo (Fig. 5); se contradice en su fragilidad, en ese otro cartel. El ruido, el silencio (Fig. 6); …o se acomoda y seguirá acomodando en cuántas miles de cosas más.

Al congregar la función original con un nuevo rol que le asigna humanidad a lo no humano, se activan precisamente características en el objeto que hacen de él un otro con intención simbólica. En esta ficción, el objeto puede llegar a ser malvado o bondadoso; causar rabia, placer o miedo

 

 

Nuestra gran abundancia objetual junto con el potencial significante descrito  anteriormente, ha convertido al objeto en un vasto repertorio visual aprovechable para ser  manipulado y reconfigurado, a la manera de un léxico con letras, palabras, frases u  oraciones, ya dispuestas en formas objetuales, listas para construir nuevas relaciones  visuales. Apareciendo de esta forma, continuamente, en las artes visuales, en la poesía  visual, en el diseño gráfico o la publicidad en todo el trayecto del siglo XX y de lo que va del  XXI. El artículo disponible al final de esta nota intenta profundizar cuándo y por qué los objetos aparecieron con este rol, en cómo se convirtieron en discurso y se insertaron con  protagonismo en distintas disciplinas de la imagen, para finalizar proponiendo distintas  categorías de manipulación objetual aplicadas en estos procedimientos de significación,  junto a una serie de ejemplificaciones de estas operaciones de in(utilización). 

Rodrigo Gárate Chateau es Magíster en Artes y  Doctor en Estudios Americanos, se desempeña en la Universidad de Santiago de Chile, en el Departamento de Publicidad e Imagen de la Facultad Tecnológica  y en otras universidades de reconocido prestigio nacional.

https://doi.org/10.5354/0719-837X.2024.74756

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