Hace algunos años por efecto del “calentamiento global” se hablaba del “cambio climático”, con el paso del tiempo se transformó en “crisis climática”, luego fue “emergencia climática” y hoy se la denomina “era de la ebullición global”. Cambios que revelan que la situación empeora cada vez más, algo obvio si sirve únicamente para realizar conferencias a pesar de que el planeta arde a nuestro alrededor. Al mismo tiempo, se nos acaban los términos para expresar la urgencia de actuar pronta e impostergablemente.
Sin la emergencia climática inducida por el ser humano con la quema de combustibles fósiles las recientes olas de calor de Norteamérica (Canadá, Estados Unidos y México), Europa y China, habrían ocurrido, pero, para China una en aproximadamente 250 años, serían improbables en Norteamérica y el sur de Europa. Es decir, las olas de calor del pasado mes de julio habrían sido “virtualmente imposibles” sin la emergencia climática causada por la acción humana y hoy, se esperan una cada 15 años en Norteamérica, una cada 10 años al sur de Europa y una cada 5 años en China. Hechos que son evidencia clara que estamos experimentando el mortal efecto de la “rana hervida” o mejor dicho del “humano hervido”.
Gracias a estos eventos podemos entender las siguientes opiniones:
A pesar de estar padeciendo una prolongada sequía de más de una década y, además, acabamos de experimentar la peor ola de calor ocurrida en invierno en más de 70 años, existen sectores influyentes de nuestra sociedad que no aquilatan la gravedad del cambio climático que sufren Chile y el planeta, quizás, no tienen tiempo de informarse ni de asesorarse, situación que concuerda con lo expresado por el profesor Suraje Dessai, de que falta informar de mejor forma. De otra manera no se entiende que:
Está demostrado científicamente que existe una relación directa entre la economía de mercado global y la emergencia climática, hecho que la convierte en una economía irracional por creer dogmáticamente en el crecimiento económico continuo e ilimitado, por ello, hay que cambiar a una economía racional e inteligente, con el propósito de frenar la emergencia climática y medioambiental junto con impulsar la justicia social.
Para enfrentar la emergencia climática debemos despolitizarla, dejando de lado cualquier ideología política y teorías conspiranoicas. Mirar la realidad, entender que es un tema científico. Existiendo el consenso entre los expertos sobre sus causas y efectos sociales a nivel local y global. Por lo tanto, por sus graves consecuencias es irracional e irresponsable continuar politizando el tema. Si al final, tarde o temprano, va a afectar negativamente, en primer lugar, a los más pobres, pero, sin ninguna duda también a los más ricos y poderosos.
Por sus graves consecuencias es irracional e irresponsable continuar politizando el tema. Si al final, tarde o temprano, va a afectar negativamente, en primer lugar, a los más pobres, pero, sin ninguna duda también a los más ricos y poderosos
Las medidas medioambientales deben ser tomadas considerando los consejos de científicos y especialistas, con actitud constructiva y de diálogo de toda la clase política y de los grandes empresarios, para así lograr acuerdos integrales que implican la obligación de repensar y transformar el actual e irracional modelo de desarrollo.
La clase política y el Estado deben poner los derechos humanos y ambientales por sobre las necesidades empresariales, es decir, el derecho a vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación debe estar por encima del derecho de propiedad y libertad empresarial. Para ello, se tendrá que vencer el fuerte lobby de importantes e influyentes empresarios del sector afectado, quienes, protegiendo sus intereses personales, querrán obstaculizar las decisiones.
Los políticos en sus resoluciones deben dejar de lado sus rencillas particulares y actuar con responsabilidad, teniendo en mente el bien superior de la sociedad. Ya que sus decisiones van a impactar en la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones. Al mismo tiempo, los grandes empresarios tienen que comprender que la preocupación medioambiental dejó de ser un simple y aparente acto voluntario para obtener publicidad y hoy debe ser enfrentado seriamente como una obligación de carácter urgente.
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