En estas líneas abordaré someramente tres temas que, si bien no se relacionan entre sí, tienen, a mi juicio, algo en común. Uno: ver a Trump siendo propuesto como candidato al Premio Nobel de la Paz por el primer ministro israelí, Netanyahu. Dos: ver a la oposición chilena de derecha clamando por el voto obligatorio para los extranjeros. Y tres: ver a la derecha chilena reclamando credenciales democráticas a los comunistas.
Trump, en su campaña, fue bien explícito al afirmar, muy suelto de cuerpo, que con él en la presidencia se acabarían las guerras. Que la guerra en Ucrania, en 24 horas la tendría cerrada. Bastaba una llamada telefónica a su amigo Putin y la guerra se terminaría en un dos por tres. Nada de eso ha ocurrido, todo lo contrario, la guerra continúa, ahora en una suerte de segundo plano, pero la secuencia de destrucción y muertes persiste sin cesar.
No solo eso: en una suerte de acción concertada con Netanyahu, Trump decide atacar Irán con la excusa de inhabilitar o destruir la hipotética capacidad nuclear que tendría. Con otra culebra, EE.UU., en tiempos de Bush, decidió echar abajo al régimen de Hussein, atacando a Irak. Netanyahu no encontró nada mejor que viajar a Washington para felicitar a Trump y, no contento con ello, proponer su candidatura al Premio Nobel de la Paz. Un premio a quien diariamente trapea con la diplomacia, amenazando con las penas del infierno a quien ose encararlo.
Mientras tanto, en Chile, la oposición de derecha celebra el voto obligatorio luego de constatar que le permite llevar agua a su molino: esto es, que quienes no votaban y ahora se ven forzados a hacerlo, tienden a votar por candidatos de derecha. Y para que el voto obligatorio sea de verdad, no de mentira, exigen al gobierno que se multe a quienes no voten. Una multa no solo simbólica, tipo clases de ética a Délano y Lavín, sino una que duela.
Obligatorio no solo para los chilenos, sino también para los extranjeros, algo inédito a nivel mundial. Cuesta encontrar un país en el mundo en el que los extranjeros estén habilitados para votar en elecciones presidenciales y/o parlamentarias. Por lo general, se les habilita para votar en elecciones locales o municipales.
Los campeones del nacionalismo, del patriotismo, ahora rasgan vestiduras para que los extranjeros puedan votar como cualquier connacional. Y por el otro lado, la izquierda, más partidaria del internacionalismo, poniendo palos en la rueda para el voto de los extranjeros. El mundo al revés. Es demasiado notoria la existencia de intereses creados y que las propuestas de lado y lado son con calculadora en mano. Así no llegaremos a ninguna parte.
Está por verse cómo termina todo esto: si Trump obtiene el Nobel de la Paz, si multarán a quienes no voten, y si a la derecha terminan saliéndole el tiro por la culata sus ataques a la candidatura de Jara por su condición de comunista
Por último, como broche de oro, ahora tenemos a la derecha reclamando credenciales democráticas a los comunistas. Se veía venir si en las primarias oficialistas ganaba la candidata del PC, Jeannette Jara. Y resulta que ganó, y por paliza. No era mi candidata. Ganó a pesar de ser PC, a pesar de que se sabía que en adelante le darán como caja. Incluso pensó en congelar su militancia para que su pertenencia al PC no fuera un obstáculo en su carrera presidencial. Sin embargo, se dio cuenta de que no serviría de nada, que de todas formas le darían como bombo.
El punto es que toda esta suerte de cruzada anticomunista desde la derecha corre un alto riesgo de terminar siendo un búmeran. Chile nunca ha tenido un presidente comunista. El PC, a lo más, ha sido parte de coaliciones de gobierno; lo fue de cinco gobiernos (de los encabezados por Aguirre Cerda, González Videla, Allende, Bachelet y Boric). No ha dado ni un golpe de Estado.
No puede decir lo mismo la derecha, que no trepidó no solo en respaldar un golpe de Estado vía las FFAA de la mano del innombrable. No conforme con esto, alentó la política de exterminio de los comunistas. Lo que son las vueltas de la vida. Y ahora tenemos a un PC resucitado, con sangre nueva. Es por primera vez que el PC presenta una candidata a la presidencia en representación no solo del PC, sino de un arco de partidos. No como consecuencia de un acuerdo entre cuatro paredes, sino de elecciones primarias a las que concurrieron más de un millón de votantes.
Está por verse cómo termina todo esto: si Trump obtiene el Nobel de la Paz, si multarán a quienes no voten, y si a la derecha terminan saliéndole el tiro por la culata sus ataques a la candidatura de Jara por su condición de comunista.
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Gonzalo Vicuña
Muy cierto lo planteado en estos tres temas, y me atrevería a proponer un cuarto tema: Que la derecha con Kast y compañía tengan convencida a gran parte de la población de votar por ellos, porque tienen la solución mágica. Enviarán a los militares a cuidar fronteras para detener el tráfico de ilegales y droga. Mientras estos días los medios reportan que La Fach por el aire y el ejercito por tierra mueven droga. Es el baile de máscaras de palo, de los cara de palo.