“En las sociedades modernas el miedo es un tema que incumbe a todos”.
Heinz Bude, filósofo y sociólogo alemán.
El miedo es común a la sociedad actual pero que difiere según la experiencia de vida de cada uno. La incertidumbre sobre lo que nos deparará el futuro, los fracasos individuales y grupales propios de la sociedad de consumo, con su saldo de ira y rabia contenidas, forman el coctel, la amalgama que, tarde o temprano, produce la explosión personal y muchas veces también colectiva[1].
Todo lo anterior crea una distancia entre la sociedad, su institucionalidad y sus elites, muy especialmente con los partidos políticos tradicionales, lo que, como nos señala Heinz Bude, da como resultado que crezcan en el escenario un “nuevo tipo” de partido político, que se presenta como portador del descontento y la ira, validador de añoranzas y viejos órdenes[2]. El miedo no reconoce barreras sociales.
En efecto, los miedos son múltiples: enfermedades, cardiopatías, miedo a la vejez, mala educación por discriminación desde la cuna, empobrecimiento, migrantes, miedo a la violencia, al narcotráfico, a quedar cesante, etc.
Según Niklas Luhmann, el miedo “quizás sea el único factor de las sociedades modernas sobre el cual se pueden poner de acuerdos todos los miembros de la sociedad” laicos, ateos, cristianos, judíos, musulmanes. En las sociedades liquidas modernas el miedo es un principio que tiene solidez absoluta, una vez que todos los demás principios se han vuelto relativos.
Una cosa si es clara, si bien el miedo es un principio que tiene validez absoluta, en este contexto es imposible convencer al otro de que sus miedos son infundados: Tú sabes que tus miedos se fundan en tal o cual razón valedera, pero el otro tiene otras razones a veces antagonistas a las tuyas y nadie lo convencerá de que sus miedos no son genuinos ni fundados. Pero, dice Bude, es importante decir que en la situación sociohistórica actual los miedos que imperan nos dicen que el orden, el estatus quo del cual proceden ya no pueden continuar.
La crisis económica mundial ha proletarizado a vastos sectores sociales, lo que el sociólogo Sigmund Baumann, llama el precariado. El vasto sector que pasó de ser capa media a la pobreza perdió sus sueños o ya no tiene nada que perder y por lo mismo nada les parece que debe perdurar (aquí podría existir una explicación del vaciamiento de los partidos políticos y de las instituciones representativas de la voluntad popular).
El ya citado Hainz Bude nos relata que Franklin D. Roosevelt, presidente 32 de los Estados Unidos de Norteamérica, el 3 de marzo de 1933, tras los años de la gran depresión dijo en su discurso a la Nación “que lo único a que debemos tener miedo es al propio miedo”. Los hombres libres no deben tener ningún miedo porque eso puede costar su autodeterminación. Quién es movido por el miedo entra a lo incierto y reniega de lo real y pierde lo posible.
El miedo vuelve al ciudadano dependiente de seductores, de mentores, y de jugadores. El miedo “conduce a la tiranía de la mayoría, porque todos seguirán por oportunismo lo que hacen los demás”. El miedo posibilita jugar con las masas que callan porque nadie se atreve a alzar la voz y finalmente es el caldo de cultivo para que cunda la confusión y las salidas muchas veces violentas.
Por lo anterior, la tarea primera es quitarles el miedo a los ciudadanos. La eliminación del miedo se puede lograr promoviendo la creación de una sociedad con más oportunidades desde la cuna, educación y empleos dignos. La eliminación de la cesantía y la pobreza, tienen que enfrentarse con el convencimiento de que la sociedad, para perduran sanamente, tiene que asegurar desde el nacimiento a la vejez igualdad de oportunidades. La vida y tranquilidad tienen que estar cauteladas por un Estado fuerte y garante de los derechos de todos. El Estado tiene que ofrecer seguridades a los ciudadanos para que vuelva la confianza en sus propias fuerzas. Hoy hay que impulsar el emprendimiento individual y colectivo; hay que levantar al que se cae, hay que asesorar y apoyar a quien no sabe cómo seguir adelante, quién de entrada se ve desfavorecido debe tener una compensación por parte de la sociedad, nos dice Dude.
Sociedad piramidal
EL filósofo Bude nos recuerda que, en la actual sociedad, lo que cuenta son las posiciones que ganaste: la gente joven encuentra que está en una sociedad de clase piramidal en la que resulta muy improbable pasar de un nivel social inferior a otro superior y esto los desanima a seguir luchando.
Hoy las sociedades están experimentando un cambio en el modo de integración social pasando de la promesa de ascenso a la amenaza de exclusión: “lo que mueve a algunos a seguir adelante ya no es el mensaje positivo sino el mensaje negativo”. Esto viene acompañado del miedo a si la voluntad basta y si la destreza y el conocimiento es suficiente, e incluso si la presencia y el porte resultarán convincentes. Puedes pasar de un momento a otro a engrosar el grupo de los sobrantes de la sociedad del consumo y el miedo.
“La angustia que provoca el miedo, es una angustia a causa del sentido, de la que ningún Estado ni ninguna sociedad lo pueden salvar a uno”.
Las elites hablan solas
Las elites políticas, económica y culturales generan desapego en la ciudadanía, viven en un submundo, el submundo de los partidos políticos y de sus apéndices[3]. Donde campea la auto referencia y la indolencia hacia las necesidades más sentidas de la población. El ciudadano común siente una gran distancia de los actuales referentes políticos. Un ejemplo paradigmático y al que algunos analistas han hecho referencia: mientras las grandes lluvias, en el Centro Sur destruyeron casas, campos y caminos, y cundía la desolación en las poblaciones afectadas, los parlamentarios se encontraban enfrascados en una estéril discusión sobre el pronunciamiento o golpe de Estado en contra del Gobierno constitucional de Salvador Allende en agosto de 1973.
Por ello, resuena en el ambiente la idea que las clases políticas, las elites hablan sólo para ellas.
En el caso de la centroizquierda, debilitada por un lado por el fenómeno de la polarización, puesto que esta tiende a que los extremos se fortalezcan y el centro político se debilite y tienda a desaparecer. Y por el otro, el desapego a y de sus bases sociales, a lo que se suma su anquilosamiento oligárquico. En el mundo actual hay ejemplos varios y basta con mirar el escenario político en Europa y América Latina para entender este fenómeno, por supuesto también el chileno.
La división de clases de antaño ya no es la que divide a la sociedad chilena. Hoy lo que divide a la sociedad en nuestro país es la desigualdad entre la minoría acaudalada y la gran mayoría de desilusionados y desposeídos de sus sueños y del status que creían haber logrado
¿Qué planteamientos le hacen sentido al ciudadano común en Chile? Lo que constatamos es que el estado del miedo es lo que predomina en el ciudadano, que ya no esperan que los partidos políticos tengan propuestas y soluciones a los fenómenos del crimen organizado, de la violencia delictual cotidiana que nos asola. El temor no es ajeno al devenir del ciudadano, a lo anterior se suma el desempleo, la inflación que los afecta a diario, las enfermedades de la vejez y sus múltiples consecuencias.
La polarización que hoy nos aflige, que, a mi juicio es más propia de las elites que del ciudadano común, no ayuda a aquietar los ánimos, pero no podemos concluir que la sociedad esté quebrada.
En la década del 70, en nuestro país la sociedad estaba quebrada radicalmente y el mundo estaba dividido en dos grandes polos ideológicos: El cuerpo social fracturado desde sus cimientos, las familias se dividían a veces en forma irreconciliable.
Hoy no podemos decir lo mismo, la sociedad chilena no está quebrada, hay una discusión, hay un conflicto polarizador que es el reflejo de una situación social creada por el neoliberalismo que nos lleva a que la clase media este en franca disolución y las desigualdades se profundicen afectando a los sectores más desposeídos. Esta situación no cambiara si no se produce un cambio del orden imperante.
Producto de este conflicto, se produjo la violenta conmoción social del año 2019, eso hizo, a mi juicio, que afloraran de nuevo discusiones de antaño.
La política se ha depreciado y la gente asocia partidos políticos, parlamento y organismos del Estado como lugares corruptos: esta imagen será muy difícil de erradicar si no se toman medidas correctivas que involucren al conjunto de la sociedad.
El relativismo político se ha producido por la falta de credibilidad y la pérdida de confianza en las propuestas de los entes políticos.
La división de clases de antaño ya no es la que divide a la sociedad chilena. Hoy lo que divide a la sociedad en nuestro país es la desigualdad entre la minoría acaudalada y la gran mayoría de desilusionados y desposeídos de sus sueños y del status que creían haber logrado.
La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Qué nos une hoy como sociedad? Parece que la segregación social, económica y cultural es cada día más profunda y por lo mismo nos aleja.
El tejido social alrededor de juntas de vecinos, comités de ayuda mutua, sindicatos y otros como los partidos políticos permitían una cierta acción social común. En general todo esto ha desaparecido: La concentración de los medios de comunicación en manos de los grupos económicos dominantes han monopolizado las ideas librecambistas y lo que prima son las ideas por tu influencia económica y de cuna. Las redes sociales son cada vez más funcionales a la manipulación de la información. El debate y circulación de ideas está restringido a un sector y en la practica no hay libertad de expresión y por ende la igualdad de oportunidades se ha cancelado de facto en un régimen que se dice democrático.
Los distintos gremios empresariales transformados en monopolios de la derecha política no son dialogantes, y no solo dictan las políticas en lo que se refiere a las necesarias reformas del sistema económico imperante, sino que imponen sus intereses particulares a los distintos gobiernos, con el beneplácito de quienes fueron elegidos por la ciudadanía para proteger los intereses de las grandes mayorías. En resumen, los controles que toda sociedad democrática debe cautelar para que exista realmente libre competencia por el bien común sobre el gran capital fueron burlados.
La pregunta que tenemos que hacernos es: como salimos de este problema que nos puede llevar al mediano plazo a ser un Estado fallido, por la ceguera de las elites políticas.
[1] Estallido social del 18 de octubre del 2019.
[2] Partido Republicano
3 Luhmann en su tiranía de los sistemas equivalentes funcionales citado por Heinz Bude.
[3] Fundaciones, Corporaciones, Asociaciones.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
Néstor Alcerreca
En gran parte del texto estoy plenamente de acuerdo, pero el viaje a Cucuta de piñera produjo un cambio en la conformación de los extranjeros en nuestro país y eran los peruanos los mas nunerosos y hoy están ubicados en el cuarto lugar, la falta de control migratorio en nuestras fronteras ha determinando que la calidad de quienes han ingresado son en un alto número delincuencia y los miedos de antes no son los que hoy afectan al país, hoy en día los miedos están relacionados con la falta de seguridad, por la infuencia que tienen los extranjeros entre los delincuentes, las asoc. Creadas para delinquir, en el contrabando,en el tráfico de drogas y tráfico de todo tipo. La derecha capitalista aprovecha políticamente todas las noticias sobre la delincuencia paraa culpar a este gobierno de todo y se lavan las manos de todos los ingresos ilegales etc
etc.
Sergio Donoso
Hay una visión muy cortoplacista de la política en Chile. Y un manejo especilativo de la opinión pública. Se habla de la reforma de pensiones, y no se dice una palabra de las reformas del 2008 y 2021, que fueron reformas que beneficiaron enormemente a millones de chilenos, cada una de ellas. La política. en esta nueva realidad de las comunicaciones, se ha degradado. Hay que partir por la reforma al sistema político. El mundo se ha globalizado y no hay que mirarnos como una isla.
Gabriel Papa
Bien interesante columna.
El miedo – vinculado tanto a cuestiones de seguridad pública como de inseguridad económica y laboral – y la falta de expectativas de progreso social se encuentran en la base del permanente estado de insatisfacción ciudadana que se vive en muchas sociedades occidentales.
Ello es caldo de cultivo para las propuestas populistas, ya sea de derecha como (en algunos casos) de alguna autocalificada izquierda.
Los proyectos políticos socialdemócratas y progresistas tienen el enorme desafío de evitar esa insatisfacción ciudadana, q conduce inevitablemente a una desafección democrática.
La creciente brecha entre «élites y pueblo» y, en particular, las dificultades en la representación política que tienen las formaciones políticas progresistas son expresión (causa- consecuencia) de este estado de cosas.
Y, esperemos, solución, en la medida que tales propuestas sean capaces de representar y dar cauce de participación popular a las demandas, y construir soluciones.
Ec Gabriel Papa, Uruguay.
abechtold
Muy interesante sería que nos contara cuando fue ese momento histórico genial en que las personas no tenían miedo del futuro, tenían resueltas sus necesidades, era todo un mar de positivismo, éramos gobernados por un «Estado fuerte» pulcro y efectivo….
Pues NUNCA….toda la columna no es sino lo mismo de siempre: un ejercicio retorico, conocida como Falacia del Nirvana. En eso, todo se presenta como un desastre pues se compara con una situación ideal que nunca ha existido.
Pero la realidad es que, con toda la frustración que le provoque a los contertulios de izquierda, la humanidad ha ido mejorando, aumentando su bienestar, con idas y venidas, pero en general con avance.
Y eso no ha sucedido por plantearse desde el ángulo de que todo está mal; y , empíricamente, menos con Estados-Papa que nos darán todas las seguridades….eso solo es sueño húmedo de los míseros, no de quienes trabajan para lograr lo mejor para los suyos.
Saludos
Oscar Knust
Buen artículo, comparto el contenido. Estamos viviendo la sociedad del miedo.