Al cierre del proceso electoral reciente, cuando la atención pública se concentró en los triunfos y derrotas de los bloques mayoritarios, hubo un dato que pasó casi de soslayo: el Partido Radical de Chile, con sus más de 25 mil militantes y 222 mil votos, no logró superar el umbral del 5% legalmente exigido y por tanto ha entrado en proceso de disolución como colectividad reconocida por el Servel. No es un dato menor, ni uno que debiera pasar sin pena ni gloria.
No es necesario ser radical para lamentar este desenlace, basta con ser demócrata y tener algo de memoria histórica para comprender que su eventual desaparición no solo afecta a sus militantes, sino que erosiona otro pedazo del tejido republicano que ha sostenido a Chile durante más de un siglo. No todo partido derrotado merece duelo: algunos –construidos en torno a figuras personales o estructuras vacías– se esfuman sin que nadie encienda una vela. Pero el PR es otra cosa.
Fundado a fines del siglo XIX como expresión del laicismo progresista, del humanismo y la vocación educacional, el Partido Radical no fue un adorno menor de nuestra historia republicana, fue columna vertebral de la modernización del Estado chileno durante buena parte del siglo XX. Su origen está vinculado a las luchas por el racionalismo político, la ampliación del voto, la separación entre Iglesia y Estado, y la expansión de los derechos ciudadanos.
En la primera mitad del siglo XX, el PR lideró la democratización del país, ocupando la Presidencia en tres ocasiones y gobernando en coalición en muchas más.
Su figura más emblemática sigue siendo Pedro Aguirre Cerda, presidente entre 1938 y 1941, cuya breve administración dejó una huella decisiva. En plena crisis económica, tras el terremoto de Chillán y con escasos recursos, Aguirre Cerda consolidó el ideal de un Estado educador y promotor del desarrollo. El lema “Gobernar es educar” no fue retórica: bajo su gobierno se multiplicaron las escuelas, se fortaleció la educación pública, se modernizó la enseñanza técnica, y se impulsó la alfabetización como política nacional. Recordemos también que Salvador Allende fue su ministro de Salubridad.
Pero además, en un acto de visión política rara en nuestra historia, creó la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), que sería durante décadas el brazo del Estado para promover la industrialización sustitutiva, la infraestructura energética, los ferrocarriles, y una política de desarrollo autónomo. Desde la CORFO nacieron empresas estratégicas, se construyeron embalses, se diseñaron planes para crear una base industrial nacional.
Ese espíritu –de progreso, ilustración, reforma– no era exclusivo de Aguirre Cerda. Radicales como Juan Antonio Ríos y Enrique Silva Cimma representaron esa misma mirada: republicana, democrática, sobria y comprometida con lo público. Incluso figuras como Raúl Rettig o Anselmo Sule, tan centrales en la resistencia a la dictadura, fueron expresión de un radicalismo que, aunque debilitado electoralmente, mantenía una estatura moral y política difícil de encontrar hoy.
El radicalismo fue más que un partido: fue una forma de estar en la vida pública, una cultura política que combinaba la racionalidad republicana con el goce de lo popular. En los barrios, en los clubes de provincia, en los pueblos, los clubes radicales eran bibliotecas, centros de debate, espacios de sociabilidad laica.
El radicalismo fue más que un partido: fue una forma de estar en la vida pública
Su vínculo con la masonería chilena fue más que simbólico: compartían un mismo ideal ilustrado, emancipador, racionalista. Su cercanía con los bomberos hablaba también de una ética de servicio público, no pagado, no partidista, profundamente civil.
Incluso en sus expresiones más ligeras –las comidas y festejos rituales, los himnos, las banderas– el radicalismo expresaba una forma de entender lo público no como espacio de conflicto sectario, sino como lugar de encuentro y amistad. Esa cultura política se ha ido extinguiendo bajo la presión de la polarización, la farándula electoral y el oportunismo ideológico. Por eso su pérdida duele.
Hoy, sus dirigentes enfrentan la compleja tarea de reorganizarse, disponer de sus bienes y relanzar una campaña de reinscripción que, ojalá, tenga buen destino. Con sus votos y sus militantes, el radicalismo no ha muerto, solo ha sido jurídicamente lesionado. Su historia, sus redes, su capital simbólico siguen ahí, dispersos, pero posibles de reactivar.
Lo esencial es que no se convierta en una pieza de museo, ni en una simple marca electoral. Debe reencontrarse con su espíritu original: un reformismo democrático, mesurado, republicano, que no teme a la izquierda, pero no compite con ella, y que se niega a ser arrastrado por la derecha cuando esta deriva al conservadurismo restaurador. En ese sentido, su alianza natural sigue siendo el socialismo democrático, no solo por razones tácticas, sino por una memoria compartida de luchas, reformas y políticas públicas que modernizaron el país con sentido de justicia.
No escribo esto por nostalgia personal, lo escribo porque la posible desaparición del radicalismo no representa solo la caída de un partido más, sino el silencioso desmantelamiento de una tradición política que, con sus luces y sombras, ayudó a construir la democracia chilena y que aún puede aportar a la buena política del país. Suerte, amigos radicales.
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El mundo evoluciona… El país quiso probar nuevas formas de conversación, como las de la mesa de unidad social para instaurar el terrorismo comunista en el país, con nueva Constitución incluida y sociedad con narco descuartizadores manifiesta, cosa que se tradujo en la llegada de una izquierda violenta, radical, incendiaria, terrorista, asesina, socia de narco asesinos que se dedicó a desfalcar al país de una manera grosera, desvergonzada y avariciosa que el Congreso permitió, así como nuestro sistema de justicia… Pero, ese experimento está llegando a su fin y se está dando paso a una conversación sobre un Chile que retorne a la prosperidad y se lleve como agua del río los desfalcos de la izquierda, sus mentiras y sus engaños, y su red de creación de pobreza, inflación, desempleo, falta de inversión y elevada creación de deuda externa para pagar a las 500 mil sanguijuelas que trajo al poder estatal la izquierda, el radicalismo moderno y las nuevas fuerzas políticas que recibieron ayuda de narcodescuartizadores asesinos sin escrúpulos a quienes sus soldados de la izquierda chilena les fueron a adorar a sus países porque admiraron su modelo de desfalco institucionalizado, habiéndose dicho que el narcodescuartizadorinmaduro es el mayor desfalcador en la historia de la humanidad, superando los 350 mil millones de dólares y contando, al que la izquierda chilena no trepidó en solicitarle ayuda, pagando con asilados en Chile que les entregaron en bandeja, tal como fue entregado el Teniente Ojeda…
Y asī, la historia deja atrás el pasado glorioso o el terrorismo desfalcador para abrirse paso a nuevas fronteras en donde las verdaderas mayorías democráticas esperan un Chile verdaderamente más justo y no manipulado por agentes de izquierda que aterrorizan a la población con banda de delincuentes que la injusticia libera para que sigan delinquiendo, robando, secuestrando, asesinando y descuartizando a todo lo que no se les pueda oponer… Fin de una era para dar paso a una nueva; fin de una noche larga y en vela en la que el pueblo sufrió entregando a sus mártires en listas de espera, mientras los partidos de izquierda se dedicaban a construir monumentos a asnos desgraciados como Allende, para llenar el país de fundaciones que les permitieran hacer recortes del Presupuesto que llevar directamente a sus bolsillos, olvidándose de los desamparados, de las viudas, de los huérfanos y de los más necesitados…
La historia deja una huella de lo bueno que nos sucede, pero, también de lo que ha sido malo y en nuestras mentes llevamos los recuerdos de filas para conseguir un litro de aceite llevando en la mano una cartilla de racionamiento solo proporcional a la imbecilidad de quienes las promueven, secuestrando la libertad de crecer y de llegar a ser otra cosa, en otro ambiente político que con el devenir de los días nos llevó a almacenar también los recuerdos de patrullas de carabineros con su personal adentro de ellas siendo incendiadas por personas movidas por el odio, la falta de humanidad y la ambición desmedida para instaurar un reino de terror y de la desgracia en el país… No olvidaremos jamás…
Las glorias pasadas nunca serán garantía de éxitos venideros, y si hoy Chile prefirió dividirse en nuevas corrientes políticas para experimentar la teoría de gente engañadora, hoy se avecina su despertar para dirigirse hacia una luz brillante de prosperidad, una que esta vez quiere probar a desarrollar el país sin comunismo, sin alianzas de izquierda con narcodescuartizadores, con auditorías al Estado para colocar en el lugar que merecen a los desfalcadores que se disfrazaron con ropajes de justicia, pero que dejaron una larga estela de injusticias, quebranto, lamentos, pobreza, despidos, quiebras, informalidad, inflación, deuda externa, y miles de asesinados en democracia porque llegó el reino de los amigotes del lumpen que liberaron desde pedófilos hasta secuestradores, pasando por terroristas incendiarios que premiaron en el Congreso por llevarlos al poder…
Chile entró en un loop al que hemos ido hasta tocar el fondo en la miseria de dejar a los compatriotas más débiles olvidados y sin atender, cuando mayor fue su desesperanza, pero, hemos despertado para imponer un poco de cordura, de razón, de benevolencia, de asistencia, de acompañamiento, abriendo un océano de oportunidades para todos y no solo para los que gobiernan desde las sociedades corruptas que logran con el lumpen, los narcodescuartizadores y una justicia arreglada a la medida de su crueldad y su falta de humanidad…
Bien por todos aquellos que colaboraron en hacer de Chile un mejor país para los hijos de la patria, pero, mejor por aquellos que llegan a instaurar el retorno al camino de la razón y de la inteligencia para caminar a ese mundo de desafíos que nos esperan, preparados, y alejados de quienes han odiado al país y a su gente, para solo preocuparse de sí mismos y de servir a narcoasesinos…
Aún el justo perece, como también el impío lo hace, pero, ambos serán reconocidos por lo que hicieron, haciéndose manifiesta su obra en vida con el bien que reciben, o recibiendo el castigo que merecen… No podemos vivir de ídolos del pasado que esperamos usar como escudos para enfrentar el futuro, sino que debemos observar el presente para prevenir un futuro lleno de desafíos que debemos abordar para el bien de todos y no solo de unos pocos que pueden ejercer la fuerza con violencia o el poder con mentiras, engaños y DESFALCO, mientras los radicales como tantos otros guardaron silencio…
ffrias9
Quizás su mayor legado esté aquí: «Pedro Aguirre Cerda consolidó el ideal de un Estado educador y promotor del desarrollo. El lema “Gobernar es educar” no fue retórica: bajo su gobierno se multiplicaron las escuelas, se fortaleció la educación pública, se modernizó la enseñanza técnica, y se impulsó la alfabetización como política nacional. Recordemos también que el Dr. Salvador Allende fue su ministro de Salubridad».
En honor a Pedro Aguirre Cerda existe el monumento al final del Paseo Bulnes, resaltando su papel en mejorar la educación publica.
Lamentablemente desde hace algunas décadas la educación publica está abandonada tanto en calidad de los docentes y de establecimientos, beneficiando la educación privada.
Por eso, hacen falta políticos que entiendan que es imprescindible mejorar a: profesores, calidad de la educación y de establecimientos, este es el verdadero camino para construir, de aquí a 15 o 20 años, un mejor país, con menos delincuencia, menos drogadicción, menos violento y menos ignorante.
Saludos y gracias por su columna
cristian barria
Don Fredy, comparto el sentido y contenido de su artículo, Pero cómo ex militante de la juventud SD en dictadura, le doy mí opinión. Lo que c…ó al partido radical fue el maldito de gónzalez videla, no sólo era un descriteriado , sino que también un corrupto que se vendió a los yanquis por dinero. Lamentablemente esta corrupción yanqui se enquistó y los radicales pasaron a ser verdaderos peones de ellos, sólo ver la actitud de muchos «radicales» que apoyaron publicamente a la matthei.