Evelyn Matthei es, sin duda, la carta presidencial más fuerte de la derecha para las elecciones de 2025. Las encuestas la muestran liderando las preferencias, proyectando una imagen de experiencia, firmeza y moderación que contrasta con los extremos de su sector. Sin embargo, detrás de esa fachada pragmática y centrista, persiste una sombra histórica que la acompaña y que, como país, no podemos darnos el lujo de olvidar.
Matthei no es una política cualquiera: es hija del general Fernando Matthei, miembro de la Junta Militar que convalidó y defendió las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura de Pinochet. No es solo un dato biográfico: la propia Evelyn Matthei ha defendido públicamente al régimen, como cuando en 1998, tras la detención de Pinochet en Londres, llamó en televisión abierta a “hacerles la vida imposible” a las embajadas de España e Inglaterra y a tirarles huevos o tomates, un reflejo de su respaldo a la dictadura y de una visión que, pese a matices, persiste hasta hoy.
En los últimos años, Matthei ha intentado suavizar su discurso. En 2018, durante el programa “Llegó tu hora” de TVN, cuando se le preguntó por su vínculo con el pinochetismo, afirmó sorprendentemente que “nunca fui pinochetista y mi papá tampoco”, intentando distanciarse del golpe de Estado de 1973. Sin embargo, en una entrevista reciente con Radio Agricultura, defendió abiertamente la dictadura, justificándola como una medida necesaria para evitar que Chile siguiera el modelo cubano: “Si no, nos íbamos derechito a Cuba. No había otra alternativa”, relativizando así las graves violaciones a los derechos humanos y las consecuencias que marcaron al país.
El episodio más reciente con la vocera de Gobierno, Aisén Etcheverry, vuelve a mostrar el talante confrontacional de Matthei. Pedir públicamente que “se calle alguna vez” a una autoridad cuya labor precisamente consiste en comunicar, no solo revela una falta de respeto institucional, sino que evoca formas autoritarias que Chile conoce demasiado bien. En un país con una historia marcada por el silenciamiento de voces disidentes, declaraciones como esta no son anecdóticas: cargan un simbolismo profundo. Más aún viniendo de una figura que no ha condenado con claridad las prácticas represivas del pasado, y que hoy busca ocupar el cargo más importante del país. ¿Qué implica que una eventual presidenta reaccione con ese nivel de desdén ante la crítica o el disenso?
Quien aspira a dirigir el país no puede relativizar la dictadura ni defender cárceles especiales para criminales de lesa humanidad, como Punta Peuco. Tampoco puede trivializar el derecho a disentir ni deslegitimar a quienes ejercen funciones públicas por expresar una opinión. La democracia no se sostiene solo en elecciones, sino en convicciones. Y hoy, Matthei aún no demuestra que esté dispuesta a rendir cuentas con la memoria, la verdad y la justicia que Chile merece.
La democracia no se sostiene solo en elecciones, sino en convicciones
Su ascenso refleja un fenómeno inquietante: la normalización de una derecha que nunca terminó de romper con su pasado autoritario. Una derecha que prefiere mirar hacia adelante sin hacerse cargo de las heridas abiertas, que pide “dar vuelta la página” sin leerla completa.
En tiempos de crisis, cuando la ciudadanía exige respuestas a problemas urgentes como la seguridad o la economía, es fácil caer en la tentación de figuras que buscan aplicar “mano firme” a estos desafíos. Pero no podemos permitir que ese pragmatismo a corto plazo nos haga olvidar que la democracia no solo es eficiencia: es también principios, memoria y respeto por la dignidad de todas las personas.
Ricardo Díaz Fuentes
Investigador y Analista Político
Fundación Voz Pública
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Gonzalo vicuña
La derecha chilena es machista. Matthei baja en las encuestas según las empresas que hacen encuestas, claramente se alinean con la extrema derecha de Kast, que no es más que el Meo de la derecha. Ya van instalando la idea de Jara gana primera vuelta presidencial, pero pierde en segunda vuelta. Es interesante porque hasta hace unas semanas su discurso era, la segunda vuelta será entre Matthei y kast. Que el soberano elija, y usando un adagio popular: ellos saben con los bueyes que están arando. Si gana Kast, veremos cómo decepciona a sus votantes tal como lo está haciendo Desbordes en Santiago, que criticaba a la alcaldesa anterior por no der capaz de eliminar a los vendedores ambulantes. No pasó nada, Desbordes engañó a sus votantes, el centro de Santiago sigue igual, y Desbordes sigue igual, echándole la culpa de su nula gestión a la alcaldesa anterior. Ya veremos al presidente Kast , si gana, echándole la culpa de su mala gestión a Boric.