En Chile, ser chileno es, por ley, cuestión de sangre o de suelo. Naciste aquí, o naciste hijo de madre o padre chileno, eso basta. Sin embargo, hay quienes pasan su infancia, su adolescencia, toda su educación en Chile sin que el país los reconozca como propios. No nacieron aquí, o sus padres no tienen papeles, o simplemente llegaron tarde. No son “de los nuestros”, aunque lo parezcan más que muchos que miran a espejismos de otros países.
Hoy más que nunca, cuando las migraciones desafían las viejas certezas nacionales, se hace urgente repensar nuestras formas de pertenencia, no para diluir lo propio, sino para enriquecerlo. En esa dirección, conviene mirar con atención el debate que se da en Europa —particularmente en Italia— sobre el llamado ius scholae: el derecho a obtener la ciudadanía tras años de educación formal en el país de acogida.
La idea es simple y poderosa. Si un niño o niña cursa buena parte de su trayectoria escolar en una nación, si aprende su idioma, su historia, sus reglas, si entabla vínculos afectivos y culturales, entonces ha echado raíces. No será una raíz originaria, pero sí es real y verificable. La ciudadanía, en el fondo, se trata de eso: de vivir con otros en un pacto común, no de una genética o una bandera heredada.
El ius scholae no es automático. No se trata de regalar pasaportes, tampoco es una nacionalización forzosa; su otorgamiento es voluntario y depende, en los primeros años, de la solicitud de los padres o tutores legales, y más adelante, del propio joven una vez alcanzada la mayoría de edad. Exige años de escolarización, dominio del idioma, integración activa. Es un modelo que ya existe, con variantes, en países como Portugal, Alemania o Grecia. Se basa en un principio simple: si te has formado aquí, si has crecido aquí, si tu proyecto de vida se teje en estas calles y no en otras, entonces mereces ser parte plena de esta comunidad, con todos los derechos.
¿Y en Chile? Nuestra realidad ha cambiado. Decenas de miles de niños y adolescentes nacidos en el extranjero estudian en nuestras escuelas. Hablan con nuestro acento, conocen nuestras canciones infantiles, rinden la PAES, hacen preuniversitario. Pero muchos no pueden acceder a becas, a carreras, a derechos políticos básicos. Viven una paradoja: están, pero no cuentan.
Incorporar una fórmula como el ius scholae en nuestra legislación no significa chilenizar a la fuerza, ni fomentar una falsa uniformidad. Al contrario: sería reconocer que también desde la diversidad se puede construir pertenencia. Que lo chileno ya no es un molde fijo, sino una identidad en movimiento. Que incluir no es rendirse, sino fortalecerse.
Reconocer la ciudadanía de quienes se han educado entre nosotros no resta identidad, la ensancha
Además, permitiría perfeccionar nuestro actual y engorroso sistema de nacionalización. Daría claridad a quienes hoy viven en una zona gris legal, dependiendo de procesos lentos y discrecionales. Haría del vínculo escolar un camino tangible hacia la ciudadanía, especialmente para los más jóvenes.
Sabemos que toda identidad nacional es, en parte, un relato compartido. ¿Y qué mejor lugar para construirlo que la escuela? Es ahí donde se ensayan las primeras reglas, las primeras convivencias, los primeros acuerdos (y desacuerdos) civilizados. Ahí donde se aprende —más allá de los contenidos— a ser parte de algo más grande que uno mismo.
No hay que temer a un Chile más abierto. Temamos, más bien, a un país que desconoce a los que ya están aquí, que se niega a mirarlos como parte de su propio destino. Reconocer la ciudadanía de quienes se han educado entre nosotros no resta identidad, la ensancha. No borra lo que somos, lo proyecta hacia lo que podemos llegar a ser.
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Vivimos un proceso ilegal o anti nacionalista de fronteras abiertas, donde la sociedad maduroboriciana ha ingresado a Chile miles de terroristas, luego, hablar de quienes se educan en Chile, hijos de aquellos terroristas, requiere en primer lugar cerrar las fronteras y controlarlas de una forma racional para, obviamente, frenar en parte el ingreso de estos terroristas maduroboricianos que se han venido a tomar el país… También es necesario perseguir a estos terroristas y expulsarlos, con maletas y todo, incluidos sus posibles hijos… Esta persecución y búsqueda de culpables debe alcanzar a los lazos terroristas maduroboricianos que están enquistados en el poder político y que son los artífices de una destrucción programada por ellos de Chile… Esta limpieza de nuestra política y ciudadanía con expulsiones, liberaría a muchos niños de sufrir el trauma que pretender ser chileno siendo hijos de terroristas indeseables, ilegales e inconstitucionales… Los lazos de internación de terroristas maduroboricianos están ampliamente documentados y como muestra del botón de oro estuvieron las relaciones monsalvianasmadurianas para asesinar a un exmilitar venezolano en Chile, cosa que demuestra la brutalidad de estos criminales para planificar actos de terrorismo y asesinatos que la justicia ha tapado y no les ha dado la importancia que tienen…
Yo creo entender que fijar políticas públicas es algo que se debe hacer en un ambiente de normalidad y transparencia, cuando las cosas van bien o, caso contrario, cuando las cosas dentro del orden jurídico y el estado de derecho van mal, para realizar una corrección adecuada, atendiendo en primer lugar al origen del problema para extirpar lo malo que haya, que en este caso son relaciones internacionales de terroristas como Maduro con un tal don Boricito y distintos agentes políticos chilenos chupa mangas que han ido a adorar directamente a Venezuela o Cuba a narco terroristas asesinos que desfalcan a sus propios países para poner bajo miserias y/o a migración a sus habitantes por la idiotez humanitaria que secretan sus neuronas…
Todos estos asesinatos ocurridos en Chile, que ya son miles solo durante este gobiernucho miserable, socio de terroristas, y de narco terroristas, constituye un marco de excepción que requiere restablecer la normalidad para que se puedan llegar a legislar cosas razonables para las personas que realmente quieren progresar en Chile haciendo humanitariamente el bien… Antes de esto, es necesaria una limpieza nacional de los terroristas ilegales -al menos de los ilegales- que ha amparado este gobierno de descriteriados para destruir a Chile, cosa que imagino que ha sido su norte porque tienen dañada su estructura óseo cerebral con alguna clase de parásitos nunca tan drogados como ellos quisieran seguramente…
Así es que cuando vemos a cualquier peoncito de la izquierda tratando de vender sus cuchufletas para legalizar terroristas en Chile, o a sus posibles hijos, nos preguntamos de qué viene esto realmente, o en el fondo, o bien cuáles son sus verdaderos propósitos… Yo asumo que cualquier prédica falsa como la de esta columna es porque quien la escribe debe tener alguna clase de vínculo con aquellos terroristas internacionales mencionados, o políticos nacionales que se han asociado a aquel terrorismo internacional que trajo a Chile sus soldados para destruir el país…
Mi repudio total a todos los terroristas y formas de terrorismo que ha ejercido este gobierno de miserables traidores a la patria importando terroristas y permitiendo que se asesinen asilados políticos en Chile que han procurado escapar de los lazos madurianos, o aquella triada internacional de personas que EEUU ha declarado terroristas internacionales, por cuya cabeza principal de serpientes se ofrecen 25 millones de dólares, o unos 25.000 millones de pesos…
                        
abechtold
Como bien menciona, una iniciativa de este tipo podría verse como un metodo para ganar ciudadanía sin haber nacido en Chile ni tener padres chilenos. Entonces el foco se pondría en no aceptar en las escuelas a niños extranjeros, pues eso le daría potestad, a los administradores de los colegios a tener una varita que determine quien puede o no ganar ciudadanía. Se menciona que tendría que depender de los Padres y/o tutores…..pero si ellos son ilegales ¿como podrían hacerlo?…Nuevamente ¿quien tendría la potestad de aceptar a los niños en los colegios, si el mero hecho de estudiar les daría un derecho?
Saludos