Desde el 21 de enero se encuentra disponible la plataforma que nos permite utilizar WhatsApp en navegadores web. «Hoy, por primera vez, millones de ustedes tienen la oportunidad de usar WhatsApp en el navegador Web de su computadora», decía el post del anuncio. Y con aquello de los millones de usuarios no exageraban: WhatsApp ya ha superado los 700 millones de usuarios activos mensuales, según un mensaje de su cofundador y CEO, Jan Koum.
El vertiginoso crecimiento de WhatsApp (del 55 % en sólo un año) se debe al aumento —también vertiginoso— de los teléfonos inteligentes entre la población mundial. Actualmente resulta extraño encontrar un smartphone que no tenga instalada la popular aplicación de mensajería instantánea. Aumentan los móviles y aumentan los usuarios de WhatsApp. Un reciente estudio de EMarketer ha pronosticado un crecimiento mundial de smartphones del 16,8 % para este año, lo que supondrá que para diciembre seamos 1.900 millones los usuarios de teléfonos inteligentes. Y para WhatsApp, un crecimiento del casi 17 %, que significaría más de 100 millones de nuevos usuarios. La integración de la tecnología móvil en la vida cotidiana, especialmente en la Generación Millennials, es total.
La política debe ver un aliado en esta herramienta. Quien no lo haga, llega tarde. Es el tiempo de la tecnopolítica, y en este marco, algunos partidos y ayuntamientos se han animado a probar WhatsApp como herramienta de comunicación y empiezan a esculpir estrategias aún sin conocer muy bien su impacto o consecuencias. A mediados de enero, el PSOE publicaba en su página su número asociado al perfil de WhatsApp; en las primeras 48 horas de funcionamiento se habían inscrito más de 3.000 personas, según palabras de su secretaria de Ciencia, Participación y Política en Red. También, recientemente, el portavoz de UPyD en Murcia, Rubén Juan Serna, publicó en su Twitter: «Hoy he puesto mi nº de WhatsApp a disposición de todos los murcianos. Dudas, opiniones, quejas, etc.». Tiempo atrás, en Cataluña, Esquerra Republicana lo había probado en las elecciones europeas de mayo de 2014 y el colectivo Ara és l’hora en la campaña del 9N.
En lo que se refiere a administraciones locales, el Ayuntamiento de Mataró cuenta con un servicio de atención ciudadana a través de WhatsApp y Telegram, por el que obtuvo un reconocimiento en el V Congreso de Excelencia en la Gestión de las Administraciones Públicas; y el Ayuntamiento de Boadilla del Monte directamente nos propone: «Wasapea con el Alcalde».
En el marco de las últimas elecciones presidenciales latinoamericanas, también encontramos algunos ejemplos de utilización de WhatsApp: el candidato uruguayo, Luis Lacalle Pou, incorporó la herramienta para la segunda vuelta; y Aécio Neves, quien fuera candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), viralizó un video suyo —de tipo casero— en grupos de WhatsApp, también faltando pocos días para el balotaje.
Sin embargo, el ejemplo internacional que ha tenido más repercusión, en lo que a la utilización de WhatsApp en campañas electorales se refiere, lo encontaramos en la India. Durante la campaña para las últimas elecciones para la Lok Sabha, la Cámara Baja del Parlamento indio, los dos partidos mayoritarios —Congreso Nacional Indio y Bharatiya Janata Party— crearon sus propias cuentas de WhatsApp para difundir sus mensajes, hacer encuestas y organizar a sus voluntarios.
Si hace casi un año me preguntaba si WhatsApp podía cambiar las campañas electorales, hoy, con la llegada de su plataforma web, parece que no quedan dudas. La plataforma que permite utilizar WhatsApp en ordenadores facilitará enormemente la gestión de las cuentas ampliando sus posibilidades políticas.
Como vemos, la gran mayoría de estos maridajes entre política y WhatsApp se han dado en el contexto de campaña electoral. A continuación, apunto sólo algunas de las numerosas posibilidades que se abren:
Si hace casi un año me preguntaba si WhatsApp podía cambiar las campañas electorales, hoy, con la llegada de su plataforma web, parece que no quedan dudas. La plataforma que permite utilizar WhatsApp en ordenadores facilitará enormemente la gestión de las cuentas ampliando sus posibilidades políticas. Rapidez, coordinación, datos, relaciones. Todo indica que la nueva política y las nuevas campañas serán móviles o no serán.
Como señala Ignacio Escolar, «por ahora, los cambios que la tecnología está provocando en la política se notan más en la sociedad que en las instituciones: en las movilizaciones que en los gobiernos.» Este retraso (¿olvido, ignorancia, desidia?) puede ser la nueva brecha digital para la política formal. O el marco de oportunidad para la transformación del ecosistema de una nueva política.
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Jose Luis Silva Larrain
Es que a mi me parece que lo del watsApp es mas una globo publicitario, no revolucionario. Mucho mas revolucionario fueron los télex por ejemplo, que empezaron a usar satélites para comunicación instantánea. Incluso mas revolucionario fue el uso del correo electrónico y sin duda el Hotmail, desde donde el whatsapp no sorprende a nadie, parece un hijo menor.
Este cuento del watsapp no tiene absolutamente nada de revolucionario, es la innovación comunicacional mas esperada y obvia después de las anteriores, es la que menos cambiará la política y todo si lo comparamos con lo provocado por otras innovaciones similares.
Saludos