Durante la última década se ha evidenciado un creciente respaldo electoral a movimientos populistas de extrema derecha, cuyas propuestas amenazan la democracia y el orden político internacional. Algunos ejemplos del peso político de estos movimientos al interior de sus respectivos países son Alternativa por Alemania, Vox en España, Agrupación Nacional en Francia, Ley y Justicia en Polonia, el trumpismo en Estados Unidos, y más cerca, el Partido Social Liberal en Brasil y Republicanos en Chile.
En las bases de apoyo de esos movimientos se superponen tanto grupos descontentos con la globalización, como ultraconservadores, y algunos ultranacionalistas defensores de la supremacía racial blanca.
El análisis en torno al origen y evolución de esos movimientos en Europa y América exige situarlo en un contexto de crisis sistémica global, y desde una perspectiva de larga duración, considerando factores políticos, sociales, económicos, étnicos y culturales.
El actual orden mundial, heredado de los acuerdos de Yalta y Bretton Woods (1944-45), está siendo fuertemente cuestionado por estos movimientos populistas de extrema derecha, algunos de los cuales incluso albergan ideas de corte fascista. Ellos han instalado en sus respectivos países la defensa de lo que han definido como “intereses nacionales” por sobre la idea de cooperación en que se funda el sistema internacional de postguerra.
Muchas ideas que los movimientos populistas de extrema derecha defienden son bastante similares a las compartidas por movimientos como el nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano durante la década de 1930 y 1940
Desde una perspectiva de larga duración, el actual orden internacional de postguerra estaría enfrentando un proceso de transformación aún mayor que el generado por la caída de la Unión Soviética a fines del siglo XX. Dicha transformación se explicaría por los siguientes factores:
Finalmente, debe considerarse que muchas ideas que los movimientos populistas de extrema derecha defienden son bastante similares a las compartidas por movimientos como el nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano durante la década de 1930 y 1940. A diferencia de lo ocurrido con los socialismos reales, que se desmoronaron en la década de 1980 por factores internos, el fascismo fue truncado por su derrota militar en la Segunda Guerra Mundial. Por ello, en el imaginario de algunos seguidores “nostálgicos”, el fascismo no se trataría de una ideología “fracasada”, sino de una alternativa viable a la democracia liberal.
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