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Sin relato no existen principios

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Lo que decimos es la expresión de lo que pensamos, lo que hacemos es la expresión de lo que somos[1]

Los inicios de la política se remontan alrededor de 3000 a C. en Mesopotamia, Egipto y China; estas están profundamente conectadas con las primeras formas de organización social, por medio de la monarquía y el autoritarismo. No es hasta la antigua Grecia (siglo V a.C.) en que los ciudadanos participan en asamblea para decidir sobre leyes, guerra y otros asuntos importantes.

Posteriormente, en el Renacimiento (siglos XIV-XVII), con pensadores como Maquiavelo[2], donde se comenzó a gestar una nueva visión del poder político. Maquiavelo, con su obra «El Príncipe», introdujo la idea del poder político en términos pragmáticos, sin necesidad de justificación moral o religiosa, centrado en el mantenimiento y expansión del poder del gobernante. Luego con la llegada de la Ilustración y el nacimiento del pensamiento político moderno (siglos XVII-XVIII) con pensadores como John Locke[3], Rousseau[4] y Montesquieu[5] pusieron las bases de la teoría política moderna, promoviendo ideas sobre los derechos naturales, la soberanía popular, la separación de poderes y el contrato social.

Todos aquellos elementos entregados en el párrafo precedente se pueden aglutinar en el concepto de “principios políticos” que son los valores, ideales y creencias fundamentales que guían la actuación de un partido político, sus decisiones y sus propuestas. Ellos son la base ideológica sobre la cual construyen su identidad ideológica y su visión del mundo.

Los principios políticos suelen reflejar una serie de convicciones sobre temas clave, como la justicia social, la democracia, los derechos humanos, la libertad, la economía, y la igualdad. En resumen, los principios políticos sirven como el marco de referencia que define la postura de un partido frente a los problemas sociales, económicos y políticos, y son fundamentales para que los la población votante pueda identificar y diferenciar las propuestas de cada partido.

Los principios políticos y los discursos están estrechamente vinculados, ya que los discursos de los líderes de partidos y movimientos políticos a menudo reflejan, defienden y promueven los principios en los que creen. A través de los discursos, los principios políticos se comunican al electorado, se defienden ante la crítica y se utilizan para movilizar apoyos. La relación entre ambos es fundamental, ya que los principios no solo sirven como base ideológica, sino también como las herramientas discursivas para expresar una visión de futuro y definir el rumbo de las políticas públicas.

En lo específico de este artículo, la Democracia Cristiana (DC) es un partido político que históricamente ha defendido una ideología centrada en la combinación de principios democráticos, cristianos y sociales. Sus postulados han sido influenciados por el pensamiento de la doctrina social de la Iglesia Católica, buscando equilibrar la justicia social con los valores de la libertad individual, la solidaridad y el respeto por los derechos humanos.

La DC defiende principios políticos como: el compromiso democrático[6] la justicia social[7], la solidaridad[8], la subsidiariedad[9], la dignidad humana y derechos fundamentales[10], la Paz y reconciliación nacional, el desarrollo integral[11], y el Pluralismo y respeto por la diversidad[12]. A través de estos principios, la DC ha jugado un rol fundamental en la historia reciente de Chile.

Los principios políticos y las alocuciones están estrechamente vinculados, ya que los discursos de los líderes, partidos y movimientos políticos a menudo reflejan, defienden y promueven los principios en los que creen. A través de la palabra, los principios políticos se comunican al electorado, se defienden ante la crítica y se utilizan para movilizar apoyo. La relación entre ambos es fundamental, ya que los principios no solo sirven como base ideológica, sino también como las herramientas discursivas para expresar una visión de futuro y definir el rumbo de las políticas públicas.

El partido de la falange (DC) en los hechos ha postergado sus valores y principios, el electorado en general no conoce quienes son sus representantes y menos que es lo que representan (falta de presencia y discurso), se ha abandonado al debatir, pareciera que lo anterior es consecuencia de ser parte del gobierno y no haberse declarado como oposición, por añadidura entonces en dicha lógica se debiera guardar silencio. En ello el senador Iván Flores[13] tiene un gran punto al decir que ”Un partido que desaparece del debate y la contingencia, sin hacer propuestas claras al país, está condenado a la desaparición, y eso es lo que le está pasando a la Democracia Cristiana[14], hoy no se conoce que es lo que la Democracia Cristiana plantea en temas fundamentales como delincuencia, salud, previsión, educación, aborto, medio ambiente, emprendimiento, ruralidad, eso son solo algunos temas. Lo complejo de esta situación es que, de seguir así, cada candidato o candidata a las elecciones próximas pondrá las propuestas desde su propia perspectiva, la cual no necesariamente representará lo que la Democracia Cristiana plantea desde sus fundamentos a las temáticas listadas.

Es importante decir que en este año la DC se juega por su continuidad en el sistema político, la demos (del latín pueblo) espera escuchar las propuestas de un partido de centro y no la de un partido que adhiere a la propuesta de sus compañeros de bloque Mainwaring 2003[15] y Lupo 2016[16] respecto a este punto establecen que “parte de la explicación al exceso de pragmatismo de los PDC; su argumento es que cuando comenzaron a participar de los procesos electorales y a cosechar éxito, formaron coaliciones con otros de distinto color político, renunciando con frecuencia a su rol moderador o de centro. Esto habría contribuido al proceso de dilución de esa etiqueta partidaria, lo que llevó a los votantes a no distinguir la singularidad de sus propuestas programáticas respecto de las de otros partidos.

Es ya la hora de retomar lo que otrora hizo grande a la Democracia Cristiana, enarbolando y haciendo para sí las demandas de los nuevos tiempos.

[1] Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX

[2] 1469-1527, diplomático, autor, filósofo político y escritor italiano, considerado el padre de la filosofía política moderna y de la ciencia política. Fue asimismo una figura relevante del Renacimiento italiano

[3] 1632-1704, filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés, y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico». Fue uno de los primeros empiristas británicos

Empirismo: posicionamiento filosófico que ciñe el conocimiento humano a la experiencia.

A través de la palabra, los principios políticos se comunican al electorado, se defienden ante la crítica y se utilizan para movilizar apoyo. La relación entre ambos es fundamental, ya que los principios no solo sirven como base ideológica, sino también como las herramientas discursivas para expresar una visión de futuro y definir el rumbo de las políticas públicas

[4] 1712-1778, escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista, y aunque fue definido como ilustrado, presentó profundas contradicciones que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración.

[5] 1689-1755, jurista, intelectual, historiador y filósofo político francés, cuya obra principal, El espíritu de las leyes, escrita anónimamente, fue una contribución importante a la teoría política. La obra de Montesquieu se desarrolla en el contexto del movimiento intelectual y cultural conocido como la Ilustración.

[6] Ha estado siempre a favor de la participación política, el pluralismo y la defensa de las libertades fundamentales. La soberanía popular, es decir, el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus representantes, es uno de los pilares del pensamiento democrático cristiano.

[7] Este concepto se basa en la idea de que todos los seres humanos tienen derechos fundamentales y que la sociedad debe organizarse de tal manera que se promueva el bien común y se eliminen las desigualdades sociales, económicas y políticas.

[8] Se entiende como la responsabilidad compartida por el bienestar de los demás, especialmente de los más desfavorecidos. Este principio sostiene que la sociedad debe estar organizada para promover el bienestar colectivo y no solo el interés individual.

[9] Promueve la idea de que todas las personas deben ser tratadas con respeto y que sus derechos fundamentales —como la libertad, la igualdad y el derecho a la vida— deben ser protegidos en todo momento.

[10] La Democracia Cristiana ha sido un defensor de la reconciliación nacional, promoviendo la idea de que es necesario sanar las heridas del pasado y construir una sociedad más unida y democrática. Esto incluye el respeto a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y la promoción de la paz social.

[11] La DC promueve una visión del desarrollo que no se limite solo a lo económico, sino que abarque todos los aspectos de la vida humana. Esto implica que el desarrollo debe ser integral, es decir, debe fomentar la educación, la salud, la cultura, la equidad de género, la protección del medio ambiente, etc.

[12] La Democracia Cristiana, también promueve el pluralismo político, cultural y religioso. Aboga por una sociedad donde se respeten las diferencias y se fomente el diálogo entre distintas ideas y propuestas, dentro del marco de los valores democráticos.

[13] Médico veterinario y político chileno, militante del Partido Demócrata Cristiano. Desde marzo de 2022, se desempeña como senador de la República.

[14] El Mercurio de Valparaíso, Domingo de reportajes, pg. 7, 09/02/2025

[15] The transformation and decline of Christian Democracy in Latin America

[16] Party brands in crisis: Partisanship, Brand dilution, and the breakdown of political parties in Latin America

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