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Trump, Mercantilismo para salvar al Imperio

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Acabo de ver una noticia que hablaba sobre las intenciones que el recientemente electo presidente de EE.UU, Donald Trump, declaró respecto a que la potencia norteamericana tome control del territorio denominado franja de gaza. Leer el titular me asombra por una parte y me asusta por otra. Me da la sensación de que el siglo 21 comienza a perfilar con mayor detalle su silueta. 

Que el presidente de EE.UU haya tomado la decisión ya no de apoyar como un tercero externo a Israel en el conflicto de la franja de gaza, sino que de instalarse como árbitro, o más que eso, como administrador y pacificador en ese lugar, nos habla de sus reales intenciones imperialistas, si lo sumamos con el resto de medidas que el magnate devenido en monarca ha declarado querer llevar a cabo.

Si lo vemos con perspectiva histórica, el modelo económico que Trump propone para hacer a su América grande de nuevo, es el mercantilismo, renunciando a continuar con la épica gringa de impulsar el libre mercado y la democracia por el mundo. Oí periodistas tachándolo de proteccionista, y puede que si, pero no se acaba ahí su modelo, es en verdad de mercantilismo de lo que hablamos, el modelo que la superpotencia previa, la gran bretaña, supo gestionar para mantenerse por mucho tiempo como el imperio más grande de su época y si mi memoria no me falla, de la historia.

Es un modelo del que también hicieron uso los imperios español y portugués, y del cual  ya no se hablaba pues quedó en el pasado cuando los mismos gringos, queriendo reducir la influencia europea en el continente, aplicó una política exterior, entiendo que también basada en fuertes convicciones políticas y filosóficas, en que se impulsaba fuertemente el libre comercio, la libre asociación, las rebajas arancelarias y la cooperación entre las economías, primero en el continente, y luego de concluidas las guerras mundiales, habiéndose ya instalado como potencia mundial, emprendió su misión libremercadista en el resto del mundo, llevando la democracia como bandera moral, o como máscara para la interpretación de algunos. 

Es importante notar que no se basa solo en políticas que protegen a su industria nacional o intereses corporativistas, sino que se trata de decirle al resto del mundo que ya no les será posible, como hemos querido en Chile, estar de buenas con Dios y con el diablo. Es decir, los cambios que pretende hacer en materia arancelaria no es para proteger en el mercado interno, lo producido en el país, sino que apunta a crear un ecosistema de países alineados con la potencia norteamericana, casi que revivir un estado de guerra fría. A esto le podemos sumar, lo que mientras escribo esto oí en la televisión, que EE.UU ya no aceptará importaciones chinas de empresas como Shein o Aliexpress, cuando el consumidor gringo es de los principales clientes de estas empresas. 

los cambios que pretende hacer en materia arancelaria no es para proteger en el mercado interno, lo producido en el país, sino que apunta a crear un ecosistema de países alineados con la potencia norteamericana, casi que revivir un estado de guerra fría

A mi entender, con los riesgos a nuestra economía que esto significa, creo que Trump está haciendo lo posible para mantener a la potencia angloparlante vigente por el mayor tiempo posible, a veces se siente como el chapoteo de un gigante hundiéndose, ¿le será suficiente para salir a flote?, bien sabemos que a veces el miedo no nos deja pensar adecuadamente, y aunque intenten hacerse ver robustos y violentos, las cúpulas gringas le tienen terror al avance de la influencia China en el mundo, mientras también presencian y participan de la decadencia cultural y moral de su país. 

Para finalizar, creo importante mencionar que en este rincón, al sur del continente, eventualmente tendremos que tomar decisiones importantes en materia geopolítica y económica, y es que nos encontramos en una disyuntiva a lo menos, interesante. Compartimos una matriz cultural y moral occidental con los gringos, pero hace años que nuestro principal socio comercial en el mundo es la República Popular China. Un debate que tendrá que darse en nuestra política doméstica dentro de los próximos 20 años, sino antes. 

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1 Comentario

Hache

«como hemos querido en Chile, estar de buenas con Dios y con el diablo.» No podría estar mejor escrito.